2019 va a ser sin duda uno de los años más aleccionadores de esta etapa posterior al conflicto bélico, y hay que aprovecharlo en pleno

Por David Escobar Galindo, escritorTengamos presente -y eso es aún más imperioso en un país con las características del nuestro- que la realidad está por encima de los prejuicios y de las incongruencias. Eso es lo que hay que entender sin rechazos artificiosos para poder abrirle vías de acceso a la inteligencia creativa.Una de las cosas más significativas que nos viene enseñando la vivencia progresiva de esta etapa de transición democratizadora es el hecho de que tanto lo previsible como lo imprevisible son siempre relativos. Y en esa relatividad está justamente retratado el cúmulo de posibilidades que se tienen a la mano en todo momento. En el decurso histórico no hay vacíos, y entenderlo así debería inducirnos a tomar las cosas tal como vienen y a tratarlas tal como nuestras percepciones y nuestras determinaciones lo permiten. Cada acción y cada omisión se vuelven de inmediato componentes vivos del fenómeno real, y por eso hay que cuidar todo movimiento y toda falta de movimiento tratando de entender de antemano las consecuencias correspondientes.A los políticos de todos los signos y colores lo que el proceso nacional les está imponiendo es responsabilizarse, con la máxima conciencia posible, de los cambios que se van dando dentro del mismo. Esto de alguna manera se ha venido manifestando a lo largo de las casi tres décadas de la posguerra, pero en los años más recientes tal reclamo ha subido de tono, hasta convertirse en un apremio sin alternativas. Eso es lo que dio lugar a los resultados de la elección presidencial del pasado 3 de febrero, que, como decíamos, eran totalmente previsibles pero que fueron infantilmente desconocidos de antemano por las fuerzas políticas tradicionales. Sordera selectiva podría llamársele a tal actitud.Una sordera que se ha vuelto característica verdaderamente desorientadora sobre todo a medida que el proceso mismo está...