Aquello que no cabe en la coyuntura

Michelle RecinosPeriodistaEra una conversación relajada de chupadero. Ya íbamos por la cuarta o quinta, quizá, y alguien de la mesa me preguntó que por qué sigo escribiendo sobre sentimientos. La pregunta no fue agresiva, pero sí incriminatoria. Sobre todo, el remate: "con el país y el mundo hundiéndose, ¿no creés que es más importante hablar de la coyuntura?".Y apareció la palabrita. "La coyuntura". Esa por la que varios, incluyéndome, comemos. Y la que nos hace creer que, a veces, sentimos la velocidad a la que gira la Tierra.Recuerdo que yo dije que claro que sí es importante hablar de la coyuntura del mundo que se hunde. Y que hay muchos que ya lo hacen. Pero que también es importante hablar de lo complejo de las emociones y de los sentimientos humanos. Porque de eso estamos hechos.Ese alguien se limitó a negar con la cabeza y a dejarme ir, sin salivazo, un "en el país en el que vivimos, a nadie le importa hablar de los sentimientos tuyos o de otros".La discusión detrás de esta conversación podría girar en torno a la banalización de los sentimientos. A la idea errónea de que el único que existe es el amor. Y no cualquier amor, sino ese de las novelas del seis entre las 9 y las 11 a.m. Pero eso es harina de otro costal.Sí, hay corrupción. Hay crisis. Hay dictaduras. Las hay, siempre las hubo, y, pues sí, quizá siempre las haya. Pero creer que la creación artística tiene que girar en torno a estos temas a ojos cerrados es una postura banal y hueca. Es, incluso, hasta mediocre, diría yo.¿Cuál es el contenido más incendiario, al menos, en redes sociales? Sin ánimos, claro, de ponerme de coach de contenido digital. El contenido que mueve es el...

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