El asesinato de las Mirabal: un crimen contra la mujer que no prescribe en nuestra memoria

Geovanny Vicente-RomeroTwitter: @geovannyvicentrEn la actualidad, podríamos decir que ser mujer en América Latina es tan peligroso como ejercer el oficio de un periodista en un campo de guerra o en un mundo donde se trata de ocultar la verdad, la cual siempre sale a flote tal como sucede con las contribuciones que históricamente han realizado las mujeres en todos los sectores y disciplinas del saber.Cuando se trata de vulnerar derechos humanos, la violencia, la desigualdad y el discrimen no conocen fronteras y es por esta razón que al hablar de la violencia contra las mujeres alrededor del mundo, de entrada nos llevamos una gran sorpresa:No es África donde está el mayor peligro, tampoco es el Oriente Medio y mucho menos el resto de Asia, es América Latina la región más mortífera para las mujeres de acuerdo con datos de las Naciones Unidas que indican que en 2017 la violencia machista se cobró la vida de 2,559 mujeres, siendo esta una zona que, sin encontrarse bajo situación bélica, resulta altamente mortal para las mujeres, sin mencionar que también se mantiene como la región más desigual del mundo, en términos de inclusión social.Es precisamente como tributo a un suceso ocurrido en el seno de América Latina, que a partir de 1981 se empieza a conmemorar el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer o Día Internacional de la No Violencia contra la Mujer. En ese entonces, el movimiento feminista latinoamericano convocó esta conmemoración en ocasión del día 25 de noviembre, una fecha que el mundo no olvidaría jamás, pues ocurrió un hecho atroz.El 25 de noviembre de 1960, siendo de las pocas mujeres que se atrevían a soñar públicamente con más libertad para su país, fueron asesinadas tres hermanas en la República Dominicana: Minerva, Patria y María Teresa Mirabal. Estas tres mujeres -hoy consideradas heroínas y/o mártires de la nación caribeña y del movimiento feminista global- en su juventud, sus ideas representaron una amenaza para el régimen dictatorial de Rafael Leónidas Trujillo Molina, que llevaba 30 años en el poder y no toleraba el pensamiento disidente.Mucho menos era tolerada la participación política de aquellas personas que las restricciones sociales y la época misma no veían con buenos ojos que "llevaran pantalones", literalmente hablando: la mujer dominicana, que como en otros países, era víctima de la cosificación que fomentaba el sistema imperante y eran relegadas a los deberes del hogar, un trabajo no...

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