Cajón o Cremación

Carlos Alfaro RivasEl rumbo del alma no está en nosotros decidir. O para arriba si hemos sido buenos, o para abajo si colas de Judas.Cuando a uno le falta menos por vivir de lo que ha vivido, es tiempo de pensar cómo mejor disponer del chasis. Digo chasis, pues el rumbo del alma no está en nosotros decidir. O para arriba si hemos sido buenos, o para abajo si colas de Judas.La palabra dice Polvo eres y al polvo volverás. La decisión que debemos tomar es cómo volver al polvo: por la vía expresa (cremación), o por el camino lento (cajón).Yo tomé la decisión de cremación, en vez de cajón, cuando aún me faltaba más por vivir de lo que había vivido. Esto, pues no puedo permitir que mis sobrevivientes sufran, como he sufrido en pellejo propio, las largas y dolorosas velas y entierros de los parientes que se me han adelantado.En estos días de coronavirus, coronas, fiambre, hojuelas y visitas al cementerio, reafirmo la vía expresa como destino de mi chasis, siendo esta columna testigo de mi voluntad.En preparación, estuve averiguando los distintos servicios de cremación en el mercado, y he optado por el más básico: traslado del chasis al horno; autopsia para extraer órganos que le puedan servir al prójimo; uno 90 minutos a 1,000 grados centígrados en las llamas (se estima una hora por cada 100 libras), y entrega a mi familia de vasija con unas 5 libras de mi ser convertido en cenizas. "¿Va a querer columbario?" me preguntaron en el cementerio. No, gracias.Después de una celebración de mi vida con traje casual, musicón, globos, champagne y cuetes (en vez de traje formal, flores, tamales, mal café y chambres), le guste o no le guste a la iglesia católica, mis sobrevivientes esparcirán mis cenizas en lugares que han marcado mi existencia...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR