Carta al Rey de España

Miguel Henrique OteroHoy se promueve la polarización, el odio al que piensa distinto, la negación de la realidad y la proliferación de noticias falsas.Esta carta pública, Don Felipe, es producto de la enorme preocupación que siento por el rumbo que llevan, ahora mismo, los asuntos públicos en España. Están ocurriendo hechos, muy evidentes o de menor visibilidad, cuyo propósito no es otro que la destrucción de un modelo de vida basado en el respeto irrestricto a los Derechos Humanos y las libertades individuales, la separación de los poderes, el trabajo y la economía del mercado. Mi experiencia de lo ocurrido en Venezuela, cuyo resultado es la devastación de la sociedad venezolana, me estimula a decir: aunque las realidades históricas, culturales y materiales de los dos países son muy distintas, los procedimientos con los que se está destruyendo la estructuración y la convivencia en España son los mismos.Una de las lecciones fundamentales y dolorosas del caso venezolano es que, durante muchos años, predominó una tendencia, la de evaluar aisladamente los contenidos y consecuencias de cada ataque. Aquel método tenía consecuencia: se minimizaba el impacto y la irradiación de lo que estaba ocurriendo. Se ponía foco en el árbol y no en el bosque. Se evitaba aceptar que las cosas iban por un camino de verdadero riesgo y deterioro.Así, el proceso por el cual las fuerzas democráticas alcanzaron plena conciencia de lo que estaba ocurriendo fue lento e irregular. Aunque la destrucción comenzó en 1999, todavía en 2014 se discutía cuál era la naturaleza del régimen, cuando decenas de personas indefensas morían en las calles asesinadas por las balas del régimen.Las fuerzas antidemocráticas gozan de una indiscutible ventaja, que es la de sumar al propósito de la destrucción, no solo a los portadores de algún malestar -legítimo o no-; no solo a separatistas y seguidores de corrientes neocomunistas; no solo a quienes han sido víctimas de algún abuso; también a resentidos de toda índole, a violentos, aprovechados y vinculados a prácticas ilícitas, y a todo un conjunto de personas interesadas en el socavamiento de los valores y el ejercicio de la responsabilidad que exige el disfrute de la libertad individual.Contra el espíritu, que ha predominado por siglos, de tolerancia y aceptación de la diversidad lingüística y cultural, se están promoviendo a diario leyes, prácticas y acciones -algunas provenientes de instituciones o financiadas por ellas- de negación y...

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