Chinguilín, chinguilín

Carlos Alfaro RivasColumnista de LA PRENSA GRÁFICAA diferencia de otras latitudes, que cuentan con 4 estaciones bien marcadas, la nuestra solo tiene 2, con sutiles diferencias entre una y la otra. En los hemisferios de arriba y de abajo todo cambia: el vestir, la dieta, las formas de entretenimiento, los deportes y, por supuesto, el consumo.En nuestra latitud, si bien es cierto el paisaje cambia drásticamente -de deshidratación severa a "verde que te quiero verde"-, nos seguimos vistiendo más o menos igual, tragamos chojoles los 12 meses, siempre choteamos en los mismos lugares, y fútbol todo el año.Ahora bien, a pesar de que el consumo es bastante parejo, muchas empresas aprovechan el cambio de clima para incrementar sus ventas; eso es el marketing estacional; el arte de explotar las oportunidades que brindan las estaciones, ¡verano 2023 en plena acción!Verano en El Salvador se asocia con sol, playa, barbacoas, piscinas inflables, hieleras, calzonetas, chores, chanclas, vestiditos sobre pieles bronceadas, bronceadores, ventiladores, mariscos, sorbetes /paletas /minutas, gaseosas, cervezas, mangos, cocos, gasolina para tomar (Muñeco), y para chotear (Texaco)... todos en búsqueda del chinguilín, chinguilín, la dulce melodía de la caja registradora.El tiempo atmosférico, y la ansiada válvula de escape llamada "vacaciones", alborota las hormonas de consumo de los salvadoreños. Y, como los que tenemos tarjeta ahora podemos comprar y comenzar a pagar las cuotas, sin interés, hasta en julio... chinguilín, chinguilín.Por ello es que se alborota el marketing estacional. Los que saben invierten en amplificar su mensaje de verano, expresándolo consistentemente en todos lados: sitio web, redes sociales, publicidad, vitrinas, tiendas, vehículos, uniformes, RRPP.Los que no saben, o son de Ahuachapán, todo a medias, con viejas prácticas como tapizar el país entero de invasivas vallas y, peor aún, de plástico. "Pronto Trash City en vez de Surf City", predice...