ciudad Mujer: con menos presupuesto, menos servicios y en la sombra

Edwin Segura/ Glenda Girón/ Laura FloresA la inauguración de la primera sede de Ciudad Mujer, en Lourdes, Colón, La Libertad, asistió Michelle Bachelet, Secretaria General Adjunta y Directora Ejecutiva de ONU Mujeres. "Consideramos que Ciudad Mujer promete ser un modelo para otros países", se dijo durante ese evento. Era 28 de marzo de 2011 en El Salvador.Unos días antes, el 22 de ese mes y de ese mismo año: "Michelle Obama recorrió las instalaciones para conocer los módulos que prestarán servicios de: prevención y atención a violencia, autonomía económica, salud sexual y reproductiva, educación colectiva y atención infantil", se publicó en un comunicado de prensa del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) sobre la visita de la entonces primera dama de los Estados Unidos.El proyecto Ciudad Mujer nació en la boca del mundo. Atrajo a personalidades políticas que describieron el proyecto como un salvavidas para las mujeres que enfrentaban violencia que era digno de imitar.Entre las calles salvadoreñas, las defensoras de los derechos humanos recibieron con esperanza, pero con cautela, la apuesta del gobierno del expresidente Mauricio Funes, bajo tutela directa de la secretaria de inclusión social y, en ese momento, esposa del mandatario, Vanda Pignato."En 2010 o 2014, Ciudad Mujer tenía enfoque de igualdad e inclusión", cuenta Amalia Darién, activista de los derechos de las mujeres trans. "Pero aún con ese enfoque, nunca fue suficiente", remata."Se hicieron críticas por el modelo asistencialista y también por centralizar todo en promover la economía para darle autonomía a las mujeres", empieza Mariana Moisa, activista feminista. "Pero hay que reconocer que atendía uno de los problemas medulares que tiene la mujer que enfrenta violencia: la ruta de la denuncia".Una sede de Ciudad Mujer tal y como estaba planteado en el proyecto inicial debía ser el lugar que ofreciera a las usuarias el acompañamiento y las herramientas para romper un círculo de violencia que tiene entre sus raíces aspectos económicos, emocionales, educativos y de impunidad, entre otros.Las organizaciones como esas de las que son parte estas dos defensoras de derechos humanos comenzaron a confiar y a derivar casos a Ciudad Mujer. "Tenían gente que estaba capacitada para no revictimizar", revela Moisa."Sí, contrataron a Maybelin, a Nahomi y a otras tres mujeres trans más, nos quisieron hacer creer que sí, que poco a poco irían cambiando las cosas; pero, al tiempo, las despidieron a todas de forma injustificada", recuerda Darién.Estas dos memorias de defensoras de derechos humanos resumen la debacle en la que cayó un proyecto que tenía buenas credenciales. Ciudad Mujer ya no es lo que fue cuando llegó a mantener seis sedes operando y tenía opción para financiar más.La institución...

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