Un mes del cerco militar en La Campanera

Jaime QuintanillaSandra tardó más de tres años en volver a su hogar en el reparto La Campanera, en Soyapango. Ella y su familia salieron huyendo después de que pandilleros del Barrio 18 los amenazaran. Por miedo a ser asesinados junto con su esposo y sus hijos dejó atrás la vida que había construido allí para irse hacia otro país. Fueron deportados y ni así pudo regresar a la que era su casa. Pasó un tiempo más y en 2019 se sintió segura de volver a vivir en esta zona. Ahora con documentos del Fondo Social para la Vivienda (FSV), que le cuida a uno de sus familiares bajo su brazo, dice con timidez que las cosas han cambiado.Hace cinco años, hablar de La Campanera era sinónimo de hablar del Barrio 18, del control que las pandillas ejercían en los territorios, del documental "La vida loca" y decir que uno se dirigía a ese lugar sin vivir ahí iba acompañado de una mueca de preocupación genuina. Pero desde hace unos tres años, los habitantes de este reparto populoso dicen que comenzaron a sentirse un poco más libres sin saber exactamente la razón que hubo detrás. Ellos solo recuerdan que las reglas estrictas que la pandilla había impuesto amainaron un poco.El Gobierno atribuyó la disminución de homicidios y de violencia pandilleril a su estrategia secreta que bautizó Plan Control Territorial; sin embargo, reportes periodísticos han revelado desde 2020 la existencia de un pacto entre la administración de Nayib Bukele y las tres principales pandillas: la Mara Salvatrucha y las facciones Revolucionarios y Sureños del Barrio 18.El otro gran cambio que sintieron los habitantes vino luego del 27 de marzo del año pasado, cuando entró en vigencia el régimen de excepción que se convirtió en cotidianidad y que hasta este día continúa limitando derechos constitucionales de todos los salvadoreños. Sandra, que excluyendo los años que estuvo huyendo, tiene 15 años de vivir aquí y habla con propiedad del cambio que ha visto en las estrategias de seguridad de la que cada Presidencia ha echado mano. Lejos de afirmar que el Estado está presente en La Campanera, ella subraya que son "los bichos", como aún llama a los pandilleros, los que se han ido de aquí."En la zona mi hermano y mis familiares no podían entrar. Los agarraban, los metían a los pasajes y era bien complicado. Bien conflictivo todo", recuerda Sandra sin levantar mucho la voz. A pesar de que ella misma reconoce que todo está más seguro, resumió y escondió en esas 22 palabras más de una década de...

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