El Mundial

Cristian VillaltaGerente editorial de Grupo LPGCada país vive el fútbol de un modo distinto, que se corresponde con lo que su nación lleva en el alma. En el caso de El Salvador, la selección es una fuerza seductora que permite que al menos por noventa minutos, dejemos de odiarnos entre nosotros para odiar en común a otro, generalmente a un país vecino. Por eso mismo el momento en que más de 25 mil gargantas entonan el himno es poderoso, el recordatorio más explícito de lo que podríamos conseguir si todos fuésemos en la misma dirección, una alegoría de lo imposible en la república de los desencuentros.A sus hijos, el fanático le hereda enemigos y odios; mientras, al aficionado más sensato le motiva heredar a su prole la identificación con los colores de la nación y el hábito de ir al estadio o de congregarse familiarmente alrededor del televisor a compartir la vida entre goles y penaltis. Y están los que sólo saborean el fútbol de manera ocasional, por moda, conveniencia o aburrimiento. Todos son igual de importantes al momento de facturar las entradas.En otras partes del mundo, el día de fútbol de selecciones es una fecha de celebración y no necesariamente en esa clave patrioterista tan popular en este lado de América sino porque es una excusa para revisitar valores poco visibles en lo cotidiano como el trabajo en equipo, el juego limpio o el intercambio de ideas entre generaciones, todo ello adobado con un consumismo impudoroso.La quintaesencia del fútbol como espectáculo, como producto de masas y como caballo de Troya para incentivar el consumo es la Copa del Mundo que por estos días cumple su vigésimo segunda edición en la impensada sede de un país que debió gastarse billones de dólares para tener la mitad de partidos mundialistas que El Salvador. Por supuesto, Catar no peleó la sede del evento por compulsión deportiva sino para promoverse mundialmente como el nuevo polo del mundo árabe y plantearse como un destino futurista, hiper tecnológico y multimillonario, en contraste con una serie de políticas laborales y hábitos culturales que le han granjeado calculadas críticas desde Occidente.Por su condición de primer evento verdaderamente global después de la pandemia, este certamen ha gozado de una atención más enfervorizada, como si ante la necesidad de evasión y...

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