Nuevas amistades

Ernesto MejíaSubjefe de Información de LA PRENSA GRÁFICAHace tres años, cuando Nayib Bukele era solo un candidato y la presidencia una aspiración, su Plan Cuscatlán, que pretendía ser el programa que guiaría su eventual gobierno, lanzaba una aguda crítica contra la forma en que las administraciones anteriores habían manejado la política exterior del país.El documento alegaba: "La ausencia de una política exterior con objetivos nacionales estructurados de manera clara ha generado que el aspecto ideológico del gobierno en turno sea el determinante preponderante en las relaciones exteriores (...) El resultado final han sido las contradicciones con los principios y propósitos que El Salvador defiende de manera multilateral, tales como la democracia, el respeto de los derechos humanos y el compromiso con la paz y la seguridad internacional".La crítica no carecía de razón. Motivados más por sus filias, los sucesivos gobiernos de la posguerra estructuraron relaciones con el exterior en las que más que aspirar a una mayor presencia y capacidad de negociación del país en el orden internacional, lo que lograron, amén de afinidades doctrinarias y ventajas coyunturales para ciertos grupos de poder, fue que los más altos intereses nacionales quedaran totalmente plegados a las agendas y conveniencias de países con un mayor peso geopolítico que el nuestro.Frente a eso, el plan proponía, entre otras cosas, modernizar el servicio diplomático, ampliar la proyección internacional, con base en un tal "Libro Blanco" donde se establecerían los principios, prioridades y áreas estratégicas de la política exterior; alentar la integración centroamericana; y fomentar la cooperación.Sin embargo, a la vuelta de dos años y medio, poco o nada de eso se ha hecho. Si en sus primeros 18 meses, la política exterior de este gobierno consistió básicamente en plegarse a los designios de Estados Unidos, de una manera acaso más humillante de lo que lo hicieron antes sus pares de derecha, lo que vino después, con el cambio en la presidencia de ese país, y los señalamientos de corrupción provenientes desde Washington, solo puede considerarse como errático. Una agenda de relaciones exteriores de escaso beneficio para los salvadoreños que parece responder únicamente a las urgencias y veleidades del mandatario.Aparte del intenso acercamiento con China, una relación que incluso en un principio denostó solo para abrazarla luego en...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR