Obligaciones de mi generación

Carlos G. RomeroLas muestras de opulencia a costa del lomo del pueblo dejan cicatrices difíciles de sanar.Hace unos años se llevó a cabo un proyecto muy ambicioso en Sudáfrica: una reserva artificial de animales de inmensas proporciones, fueron trasladados animales de todo el continente. Concluido el proyecto, se abrieron las puertas, todo muy bien, muy concurrido, un éxito.Pasadas unas semanas se comenzaron a dar situaciones de vandalismo por parte de los elefantes, llegaban a las aldeas y destruían todo a su paso sin razón alguna. Veterinarios examinaron a los elefantes delincuentes, se sospechaba de algún virus que los enloquecía, sin embargo, los resultados no mostraron ninguna justificación biológica para aquel fenómeno de violencia. Un sociólogo se interesó en el caso y decidió observar una manada de elefantes en su estado natural y se percató de la estrecha relación que existía entre los elefantes jóvenes y los elefantes mayores, principalmente con los machos mayores, estos enseñaban y exigían adherencia a lo enseñado.Al regresar a la reserva artificial se percató de que se habían llevado solo elefantes jóvenes, la razón: los elefantes jóvenes pesan menos que los viejos y así se ahorraron sumas considerables en costos de transportación. El sociólogo sugirió que se llevara al parque elefantes viejos, así se hizo, y el problema de los elefantes jóvenes y vándalos cesó a medida que se introdujeron los elefantes mayores.No es nada difícil formar una comparación empírica entre la anécdota de los paquidermos y el estado del ámbito político en nuestro querido El Salvador. ¡Llegó la tan ansiada nueva generación! y como era de esperar, llegó con todo: entusiasmo, ímpetu, pasión, vehemencia, arrogancia, pero más...

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