El pacto

Florent ZemmoucheColaborador de LA PRENSA GRÁFICAEn mi columna anterior terminaba describiendo la B al centro de la plaza central de una eventual Bitcoin City: B como Bitcoin, B como Bukele y ahora, B como Batman. Ese sería el apodo que se le dio al presidente en las negociaciones que tuvieron lugar entre el gobierno y la MS-13, como lo revelan las grabaciones de la valiosa investigación de Carlos Martínez publicada en El Faro.Ahora es otra imagen, esta vez real y verdadera, que tiene que ser descrita, la de centenares de salvadoreños -humildes, nunca hay que dejar de denunciar la discriminación sistémica en estos procesos- amontonados en las afueras del centro penal de Mariona para saber si allí están detenidos sus parientes y si es el caso, en qué estado se hallan -si por casualidad siguen vivos-. El Salvador tiene ahora la tasa de población reclusa más alta del mundo. Salvadoreños de las clases trabajadoras, sí, porque si hubiese por casualidad un hijo de un rico empresario amigo de Bukele en el penal, sería otra historia. Y los que no lo entienden es porque no tienen -aún- a nadie enclaustrado en ese infierno que transforma siempre a cualquier individuo en peor de lo que era.El otro punto que hay que entender es que el culpable de estos acontecimientos tiene nombre y cara: Nayib Bukele. La causalidad de esta secuencia está bastante clara. Bukele negocia con las maras, decide romper el pacto a sabiendas de las consecuencias, 87 asesinados, instaura el estado de excepción, ordena arrestos masivos y arbitrarios, y el resultado es un Bukele aun más todopoderoso. Sin estimular el cinismo hasta pensar que esto último era el objetivo de todo el proceso, solo basta este tuit del presidente cuando recordaba en febrero de 2020 que sus antecesores también habían negociado...

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