Algo peor

Cristian Villaltacvillalta@laprensagrafica.comNi un solo hombre haciéndole la guardia, ninguna banderita de aquellos septiembres marciales ondeando en su camino, nadie cuadrándosele en obediencia. El día en que se lo condenó por la masacre de los sacerdotes jesuitas y dos de sus colaboradoras, el único signo del pasado del cual el excoronel Inocente Orlando Montano echó mano fue el discurso de odio característico de la Fuerza Armada en la época de la represión.Incluso en sus últimas horas libre, el viceministro de Seguridad del gobierno salvadoreño de finales de los 80 tuvo palabras de oprobio contra sus víctimas, intentando justificar el crimen con el repetido alegato de ser colaboracionistas de la guerrilla.Con el paso del tiempo, ante cada esfuerzo de justicia restaurativa, los voceros de aquel régimen recurrieron a esa narrativa, aludiendo a un deber patriótico, a una agresión internacional. Pero en realidad, durante décadas se trató simplemente de un Estado terrorista que persiguió a sus ciudadanos, que reprimió las demandas de apertura democrática de modo asesino con sus cuerpos de seguridad, ensañado contra su propio pueblo, con su propia nación como enemigo.A la base de aquella conducta criminal de los mandos militares estaba por supuesto la simplificación y el pragmatismo del poder llevado a su nivel más siniestro, así como la garantía de impunidad de un sistema judicial atemorizado y cómplice, y un efectivo adoctrinamiento de las tropas. Como la Comisión de la Verdad estableció en 1993, en El Salvador "ninguna de las tres ramas del poder público fue capaz de controlar el desbordante dominio militar en la sociedad".Sólo esa subversión de la naturaleza de la institución explica que en plena ofensiva guerrillera, miembros del alto mando se reunieran ex profeso para ordenar el asesinato del padre Ignacio Ellacuría y de cualquier testigo potencial esa madrugada en la UCA. La cúpula de una de las instituciones más importantes del orden constitucional actuó como una sociedad criminal; es por eso que Montano morirá en prisión.Así como la persecución del ex coronel y de los otros autores intelectuales de la masacre es un derecho inalienable de los familiares de las víctimas, la reconstrucción de cómo la cadena de mando llevó la orden...

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