Presos y sus familiares presentan enfermedades físicas y mentales

Saraí AlasUna lámina y cuatro palos de madera resguardan a Doris (nombre ficticio) del sol mientras con sus manos dobla unas bolsas de plástico transparentes. Ordena camisas, pantalones cortos, zapatos de color blanco y los ofrece a las personas que caminan sobre una calle polvosa que buscan paquetes para los presos del régimen de excepción que están recluidos en el Centro Penal de Izalco, en Sonsonate.Doris realiza en varias ocasiones el ejercicio de doblar la ropa, al mismo tiempo que está atenta a que liberen a las personas que fueron capturadas bajo el régimen.Esta mujer espera ver un rostro conocido entre los liberados: el de su hijo, quien fue detenido cinco días después del 27 de marzo del año pasado, cuando los diputados de la Asamblea Legislativa, controlada por el partido oficialista Nuevas Ideas y los partidos aliados, aprobaron el régimen como una respuesta a un repunte de homicidios.Doris es una de los cientos de familiares, en su mayoría mujeres, que se concentran a las afueras del penal, con la única diferencia que ella debe trabajar para obtener un poco de dinero, mientras aguarda con fe que su hijo saldrá y podrá abrazarlo otra vez.Aunque el rostro de Doris muestra cansancio, trata de mantener la calma para evitar que la diabetes tipo II que padece se agrave y no le permita ir a su lugar de trabajo mientras espera a su hijo."Emocionalmente estoy mal. Se me ha subido el azúcar, se me ha bajado la presión por no saber de mi hijo, porque uno como madre siempre va a venir a buscar, porque es inocente. Si mi hijo no lo fuera me quedara callada, porque ya es suficiente con el estigma en las comunidades", dijo Doris.Ella, una mujer de más de 50 años, aseguró que ha sido ingresada al hospital para que le traten el problema que tiene con el azúcar, pero también sufre de crisis nerviosas debido a la incertidumbre que le causa no saber nada de su hijo.Doris es una de los tantos familiares de personas capturadas en el marco del régimen de excepción que en los últimos meses ha presentado problemas de salud, tanto físicos como mentales.Según la organización Socorro Jurídico Humanitario (SJH), tras la implementación del régimen han atendido a familiares de personas detenidas que han visto agravadas sus enfermedades crónicas no transmisibles, como diabetes mellitus tipo I y II que les provocan descompensaciones e hipertensión arterial crónica."Hemos encontrado crisis hipertensivas, migrañas, trastornos del estado del ánimo como ansiedad...

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