Nuestra realidad nacional ha venido estando sobrecargada desde siempre de múltiples irregularidades y es hora de cambiar las cosas

David Escobar GalindoColumnista de LA PRENSA GRÁFICAA estas alturas, y dado el brote de frustración ciudadana por la cantidad de cosas por hacer y por corregir en nuestro ambiente, resulta imposible entender por qué durante tantos años los salvadoreños parecíamos ajenos a la suerte de nosotros mismos, y en especial de nuestra gente más necesitada y desprotegida en todos los sentidos. Hay que asumir y reconocer que todo lo que no se hace a tiempo puede tener luego consecuencias inesperadas; y eso es lo que se está dando hoy en nuestro ambiente. ¿Y cuál es el efecto más notorio de todo este proceso? Que tenemos que reconocer la responsabilidad de los actores de antes para poder juzgar en serio lo que pasa en estos días. Y todo ello en el entendido de que la gran lección nos abarca a todos -los de entonces y los de ahora-, porque la lógica estructural y funcional no admite ningún juego sucio.Lo más curioso y revelador de todo lo anterior es que el tránsito aludido, en el que todos vamos inmersos, no es producto de ninguna voluntad iluminadora, sino efecto de la dinámica histórica en marcha. Esto lo hemos señalado ya muchas veces, pero no nos cansaremos de hacerlo porque sólo si todos vamos en conjunto articulando dicha tarea se hará factible contribuir de veras y con el orden debido a edificar el futuro que merecemos como mundo global, como entidad nacional y como individualidad eficiente. Los grandes temas del devenir actual están aquí, visibles a diario, y con esa perspectiva cotidiana debemos ver y comprender lo que nos toca como generación del cambio, porque eso es lo que somos, queramos o no.Una de las ventajas que tenemos los salvadoreños al respecto es que aquí la frustración no se ha volcado en violencia, como ha ocurrido y sigue ocurriendo en casi todas partes. Hay abundantes críticas al desempeño gubernamental, pero vertidas por los cauces democráticos normales, y eso de seguro ocurre así por el hecho de que en nuestro país la frustración aludida se canalizó por la vía de las elecciones, incluyendo la elección presidencial. Esto democráticamente debe ser así y debe ser tratado así. Y desde luego, las conflictividades se hacen presentes en forma inevitable; y ellas también requieren un tratamiento dentro de la lógica democrática, para que los choques no se perpetúen.Ahora vamos a entrar en fase preelectoral, y como en verdad no existen fuerzas partidarias efectivamente organizadas y funcionales, lo que se nos avecina es un ejercicio...

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