Semana de recogimiento y desesperanza

Juan Héctor Vidal

Columnista de LA PRENSA GRÁFICA

Cruzar las fronteras patrias se ha convertido para muchos en una forma de escapar, aunque sea momentáneamente, de una realidad cada vez más lacerante. Siempre que hay una oportunidad -por cierto cada vez más escasas- personalmente me hago eco de ello, pensando que respirar otros aires purifica mi mente y nos vuelve más consciente de la situación que vivimos. Pero el regreso invariablemente viene acompañado de la sensación de que nuestro país, con el paso de los días, sigue transitando por un sendero cada vez más escabroso.

¿Pesimismo extremo?, puede ser. ¿Expectativas truncadas?, sin duda. ¿Quién responde?, nadie. ¿Estaremos a tiempo?, es difícil pero posible. Estas y otras interrogantes afloran cuando se ponen los pies en la tierra y se constata el estado calamitoso en que estamos cayendo. Sin embargo, moros y cristianos se hacen los inocentes para seguirle enrostrando a los demás la culpa de todas nuestras desgracias.

Para colmo de males, la Semana Santa, tan esperada para la reflexión, el descanso y la vida en familia, inició con un nuevo mensaje de la naturaleza, que es lo peor que le puede pasar a un país que está siendo virtualmente destruido por los humanos. Bueno, antes de comenzar ya se sabía que el gobierno había caído en una situación de impago y este solo hecho sin duda fue un anticipo de que lo planeado por tanto tiempo estaría contaminado por la incertidumbre y que como país entraríamos al círculo de los menos creíbles, financieramente hablando para ponernos una vez ante la comunidad internacional como un país de dudosa viabilidad. De esto no se dieron por enterados los políticos, que campantes sí corrieron a las playas, a las montañas o a otros lugares donde pueden esconder mejor sus fechorías.

Entonces se inicia la vacación con un mensaje desgarrador. La tierra tiembla, los niños lloran y familias enteras no tienen otro resguardo que pedir a Dios que se apiade de ellas, porque nadie más lo hará. El gobernante se va de viaje, sin dar cuentas a dónde viaja y con qué propósito; mientras altos funcionarios que supuestamente hacen causa común cuando el máximo dirigente se ausenta, no dan pie con bola y además nadie les cree porque están contaminados por...

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