Los 10 años de una madre que busca a su hijo desaparecido

Por Laura Jordán"Voy a buscar a mi hijo hasta mi último suspiro", expresó Margarita, la madre de Josué Elizondo, mientras relata que los últimos 10 años de su vida los ha dedicado a su búsqueda.Josué tenía 14 años cuando desapareció. Salió la tarde del 4 de junio de 2011 de casa de su tía, hermana de su mamá y nunca volvió a su hogar. Desde entonces, han pasado 10 años y siete meses que su familia no sabe nada sobre su paradero.Margarita dice que su hijo desapareció cerca del mercado Colón de Santa Ana, a una cuadra de la delegación policial. Pero la otra versión que ella conoce es que Josué fue visto por última vez en el desvío de la Aldea de San Antonio, en Santa Ana, alrededor de las 3 de la tarde de ese mismo día, al menos fue lo que le contó un compañero de trabajo de su hijo.Josué soñaba con tener su propio negocio, por eso había decidido vender pan con el esposo de su tía y aprender lo más que pudiera mientras llegaba su momento. Entre otras cosas, viajaban a San Salvador para ir a comprar el pan.El último día que estuvo con su familia trabajó como acostumbraba hacerlo. Se bañó, se vistió con una camisa formal a cuadros y salió a las 3:30 de la madrugada hacia San Salvador. Volvieron a las 12 del mediodía a Santa Ana, descargaron el pan, almorzaron y a la 1:30 Josué le dijo a su tía que tenía que salir.Una persona de la que la familia solo supo que le decían "el maitro" era con quien se vería Josué. Le había prometido que le iba a presentar a una mujer para que la conociera y decidiera si le gustaba como novia. Esa fue la promesa que le hicieron.Las horas pasaron y Margarita, al ver que era tarde y su hijo no regresaba, llamó a casa de su hermana para preguntar por él, pero la respuesta fue que Josué ya no estaba allí. Desde ese momento asegura que ya no pudo dejar de sentirse angustiada.La esperanza que la hermana le daba a Margarita era que su hijo pudiera volver en el último bus de regreso, pero eso tampoco sucedió. Su celular ni siquiera sonaba, ni desviaba la llamada al buzón de voz y el otro teléfono que tenía lo había dejado en casa de su tía porque recién lo había comprado y tenía temor de que se lo robaran.Cuando Margarita decidió acudir a la Policía, la respuesta fue la misma que había recibido su cuñado: "Seguramente anda vagando, no podemos tomarle la denuncia". El oficial que la atendió le aseguraba que su hijo estaba joven, "que se había emocionado con la muchacha que le iban a presentar y que cuando le pasara la rumba...

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