Por si acaso

Por Cristian VillaltaGERENTE EDITORIAL DE GRUPO LPGVotaré temprano. Luego, un desayuno de dedos manchados con la familia y para la digestión, hay un diccionario de salvadoreñismos del maestro Matías Romero que me tiene entretenido.El librito, un producto de la editorial Delgado de respetables 400 páginas, es pródigo en malas palabras, refranes, usos y acepciones a las que de tanto usar ya las hemos desnaturalizado. Por eso la lucidez y erudición de Romero sobresalen página con página, recordándonos el sentido con que nuestro léxico adoptó términos que nos vinieron huérfanos de cualquier otro lado para encontrar un nuevo significado, cerbatana, pito, maceta, planchar, amén de la inacabable profusión de palabras con la "ch" que el autor enlista de manera exhaustiva.Pero lo que más me ha atrapado del diccionario son sus cuatro artículos introductorios; en uno de ellos, el investigador recoge un dicho aplastante: que los salvadoreños hacemos las cosas "para mientras, por si acaso o por joder". Y con perdón del prurito científico del lingüista, parece una línea más de crónica política que de historiografía.El "para mientras" es siniestramente parecido a las etapas demócratas de la vida política nacional.Cada cierto tiempo, con el Estado como árbitro tramposo y matón, la puja entre las élites y las mayorías escaló cotas de intolerancia y violencia que desgarraron el tejido social. Sobre las cenizas de esos estallidos, como un armisticio feliz, El Salvador celebró épocas en las que osciló entre la paz y la tensión, en algunas de ellas con tiempo suficiente hasta para construir democracia. Pero fueron apenas un paréntesis, un "para mientras" toda vez que los conflictos que postran la aspiración nacional continuaron ahí, inmutables, polvorín esperando otra vez la chispa.Hablamos de la desequilibrada explotación de los recursos naturales, del régimen de propiedad, de la corrupción ministerial, de que el sistema de justicia es al mismo tiempo opulento y mísero, de la marginalidad y de otros efectos del despojo sobre el que se consolidó nuestra nacionalidad. Ese es el barril de pólvora sobre el que están sentadas nuestra democracia, nuestro sistema de libertades y el Estado de derecho. Reparar la...

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