Nuestra alegría

Rutilio SilvestriColumnista de LA PRENSA GRÁFICALa vida del cristiano ha de ser alegre, porque nos sabemos hijos de Dios y de Nuestra Madre, la Virgen Santísima, que es Madre de Dios, pero que también lo es nuestra, por deseo de su Hijo, que nos la dio desde la Cruz.El Evangelio nos narra que Jesús advierte a los discípulos que estarán tristes pero esa tristeza cambiará en alegría: es la esperanza.Esto es lo que hacen estas dos virtudes juntas: en nuestra vida, cuando aparece el dolor, o estamos en las tribulaciones, cuando tenemos problemas, cuando sufrimos. El dolor es el dolor, pero vivido con alegría y esperanza te abre la puerta a la alegría de un fruto nuevo.Esta imagen nos puede ayudar mucho en las dificultades; dificultades muchas veces grandes, dificultades malvadas que también nos pueden hacer dudar de nuestra fe... Pero con la alegría y la esperanza vamos adelante, porque después de esta tempestad llega un hombre nuevo, como la mujer cuando da a luz. Y esta alegría y esta esperanza Jesús dice que es duradera, que no pasa.Una alegría sin esperanza es una alegría pasajera. Y una esperanza sin alegría no es esperanza, no va más allá de un sano optimismo. Pero la alegría y la esperanza van juntas, y las dos hacen esta explosión que la Iglesia en su liturgia grita: '¡Exulte tu Iglesia!', exulte de alegría. Sin formalidad, porque cuando hay alegría fuerte, no hay formalidad: es alegría.El Señor nos dice que habrá problemas pero esta alegría y esperanza no son un carnaval: son otra cosa. La alegría hace fuerte la esperanza y la esperanza florece en la alegría, y así vamos adelante. Pero las dos, esta actitud que...

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