CUANDO ANDAMOS EN BUSCA DE LA LUZ, LAS SOMBRAS HACEN CAUSA COMÚN PARA HACERNOS SENTIR QUE JAMÁS SE DARÁN POR VENCIDAS

HistoriasEl canto entusiasta de los pájaros mañaneros en las arboledas de los alrededores era así sobre todo cuando el sol llegaba a tiempo de acompañarlos en la tarea inspiradora; pero ahora se hallaba a punto de llegar la primera caravana de la época lluviosa, y los pájaros estaban recluidos en sus refugios naturales, protegiéndose de antemano de los eventuales estragos de la tormenta en ciernes.De un momento a otro, el cielo comenzó a nublarse, y en unos pocos minutos estaba ya completamente encapotado. "Así son hoy las cosas", pensó el esposo con la cabeza bajo la colcha. La esposa, a su lado, respiraba con serena normalidad, como si nada de aquello tuviera significado para ella. Se hallaba profundamente dormida. Pero de pronto, y en sintonía sorpresiva con el ambiente, los pájaros empezaron su coro.Ambos "recordaron", al modo que antes se decía, y lo hicieron al unísono, incorporándose en el lecho, como si algo estuviera llamándoles desde fuera a hacerlo así. La lluvia ya caía con extraña intensidad:--¿Qué estará pasando allá arriba? -preguntó ella, sin ningún énfasis de alarma.--¿Querés que te diga lo que pienso?... Que los fantasmas del clima, que también están en momentos de cambio, quieren recordarnos que todo puede pasar en el aire.--Pero eso lo sabemos, o lo deberíamos saberlo, desde siempre.--Entonces, según tú, ¿qué pasa?--Que esos fantasmas, que en realidad habitan en nuestra mente, son también los que reinan en la atmósfera, porque somos nosotros los gestores del tiempo. Así de simple.Vivían en zona de riesgo delincuencial, pues por ahí circulaban libremente los pandilleros organizados, casi siempre sin abordar a los vecinos pero intimidándolos con su sola presencia. Eso hacía que la inseguridad circulara a toda hora, y en especial en las primeras horas nocturnas. Ellos vivían, pues, en zozobra constante, lo cual les impedía toda normalidad fluyente.Pero esa noche los desvelos anteriores les estaban haciendo mella:--¡Quiero dormir, quiero dormir, quiero dormir! -dijo él, como si aquello lo afligiera.--Entonces, durmámonos -aceptó ella, como si nada le afectara.Se hicieron las respectivas crucitas en la frente y apagaron las lámparas que se hallaban en las respectivas mesitas de noche. Y en ese mismo segundo ellas solas volvieron a encenderse.--¿Quién andará por ahí? -clamó él, asustado.--¿ Y quién va a ser? -reaccionó ella, que lo conocía al dedillo--. Dejá de estar llamando a la mala suerte y recemos juntos un Padre...

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