Animémonos a la positividad para que el país pueda entrar en una auténtica ruta de superación en todos los órdenes

David Escobar Galindodegalindo@laprensagrafica.comLa tendencia a ver nuestra realidad cada vez más oscura se ha venido apoderando del pensamiento nacional desde hace ya bastante tiempo, aunque hay muchas comprobaciones posibles de que los salvadoreños hemos sido capaces de transitar por los caminos más peligrosos y llegar con éxito a las metas más convenientes. Lo que pasó con la guerra y con su desenlace es un típico ejemplo de ello, quizás el más dramático de nuestra historia; y por consiguiente tenemos a la mano argumentos muy válidos e irrefutables para confiar en que hay capacidad de resolver para bien hasta los asuntos más desafiantes. Llevamos hoy recorridas casi tres décadas desde que concluyó el conflicto bélico, pero la belicosidad parece dispuesta a prevalecer principalmente en las áreas políticas, lo cual indica que hay que emprender una tarea redefinidora y reconstructora sobre todo en el ánimo nacional, para que las distorsiones no puedan seguir moviéndose a su antojo.Cuando los problemas se complican y sus tratamientos se enconan es comprensible que la angustia y la impaciencia hagan de las suyas, conduciendo hacia la peor de las sensaciones: el sentimiento de frustración. Desafortunadamente, los salvadoreños somos tozudamente reacios a reconocer lo que pasa en nuestro ambiente, y especialmente cuando eso que pasa trae desafíos de alta intensidad; y por tal razón tenemos que ir dominando fieras y apagando fuegos cuando ya los hechos se vienen encima. Sin embargo, las circunstancias actuales nos ubican en un escenario de otra dimensión: el de los compromisos globales, que son transversales y redefinitorios sin alternativa. Puestos ahí, tenemos que ponernos inevitablemente al día en lo que toca a las oportunidades y en lo que corresponde a las limitaciones. Ahí está la clave.Cuando uno se enfrenta a la realidad, en cualquiera de los planos de ésta, lo más determinante es la actitud que se pone en acción. En tal sentido, los salvadoreños tenemos que replantearnos los enfoques y las perspectivas en relación con nuestro manejo de esta realidad en la que naturalmente vamos inmersos, para ya no seguir entrampados en los esquemas mentales que promueven el enclaustramiento empecinado y el atrincheramiento estéril. El objetivo en todo caso tiene que ser volvernos seres más funcionales, tanto en nuestro desempeño personal como en nuestra participación colectiva, en el...

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