ASOMÉMONOS A LAS ESTANCIAS DEL MUNDO EN QUE QUISIÉRAMOS VIVIR PARA QUE PODAMOS IMAGINAR LOS COLORES DEL ARCOIRIS QUE ANHELAMOS

HistoriasCuando los dos juntos le anunciaron a la madre de ella que se irían a vivir juntos para emprender su propia existencia, la sorpresa de ambos fue inocultable. ¿Y qué era aquello? Ambos había imaginado que, ante tal anuncio, reaccionaría de manera virulenta, como madre tradicional, pero fue todo lo contrario: sonrió, los tomó de las manos y a cada uno le dio un beso. Ellos, estupefactos, sólo la observaban. La madre, entonces, habló, con una naturalidad desconocida:-Mis muchachitos, yo lo único que quiero es que tengan una buena vida, como la que espero tener yo.La sorpresa de ambos se hizo aún mayor: ¿Qué significaba eso que acababan de oír? No lo dijeron con palabras, pero ella lo entendió muy bien:-Sí, porque yo también voy a iniciar de nuevo el camino, y ya tengo pareja para hacerlo. Ustedes no lo conocen, porque hace muy poco que regresó del Norte y, cuando nos conocimos en el parquecito que está ahí nomás, me dijo que venía por mí y que esa era una decisión que le había brotado de lo más profundo de sí mismo. ¿Quieren conocerlo?-Vaya, pues, conozcámoslo -respondió la hija de ella, con un gesto ambiguo.Llegado el día del encuentro, los cuatro estaban ahí. Desde el primer instante se vieron como si se conocieran de siempre. Y al despedirse se susurraron al oído:-Hoy si vamos a ser una verdadera familia, aunque no nos veamos a diario. La felicidad es el mejor lazo.-¿Cuántos años juntos estamos cumpliendo, amor?-Juntos, pero no revueltos. Desde el día de la boda, quince años, tres meses, siete días. -respondió ella, sonriendo a su estilo, porque ya sabía que a él ese tipo de detalles le hacían perder la paciencia.-Ah, pues todavía estamos a tiempo de celebrar.-Pues celebrar, lo que se dice celebrar, no sé. Yo preferiría que nos quedáramos tranquilos, viendo una de esas películas que tanto nos gustan.-Amor, por favor, no te pongás así. Yo soy un casado feliz.Ella no respondió; se limitó a hacer un gesto que podía significar muchas cosas. Y él la tomó del brazo, caminando con ella hacia el bar ubicado en la terraza.-Amor, somos privilegiados en vivir aquí, en lo alto y a lo largo.-Y vos con tus fracesitas de siempre. Mejor vamos a ver la película.-Bueno, si eso querés, vamos.Se fueron al dormitorio, donde estaba la tele más moderna. Ella la encendió, y buscó la película. Era de sus preferidas: "Dos tipos de cuidado", Jorge Negrete y Pedro Infante. "Películas de abuelita", como las llamaba él.Viéndola, se fueron quedando dormidos...

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