Café no para vivir, sino para sobrevivir

Javier Orellana

Sara Ruiz trabaja con dedicación en su finca de café; la propiedad de tres manzanas fue una herencia que le dejó su padre; sin embargo, ella admite que no sabía mucho del cultivo, puesto que su padre solo le enseñó el oficio a los hijos hombres.

Ruiz participa de un proyecto que ejecuta Technoserve y consiste en aportar capacidades para restaurar el cultivo de pequeños propietarios. La posibilidad de volver a ser la tierra productiva es la que impulsa a la enfermera a asistir a talleres e ir incluso en contra de los consejos de su hermano, que es agrónomo.

Sara sabe que tiene que renovar el cafetal, pero el problema es que cuando tiene menos tierra cultivada, es más difícil obtener anticipos por parte de los beneficios, con lo cual ya no puede costear insumos o trabajadores.

"La dificultad es lo económico, porque la arroba de corte aquí se paga en $1.25, si tiene 20 personas y hacen como 15 (arrobas) cada uno, entonces uno tiene que tener el dinero", sostuvo.

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