Los claroscuros de acortar la jornada laboral

Por Ana Lucía Duque Salazar, editora de CONNECTASTrabajar entre 40 y 42 horas semanales, en lugar de las 48 contempladas por la legislación colombiana, convenció a Daniel Parra de aceptar un nuevo empleo, aunque al comienzo con menos salario. Ahora no duda de que disminuir las horas laboradas "de verdad, cambia la vida": tiene dos días de descanso, uno para las diligencias personales o para estudiar francés, porque quiere hacer un posgrado en Francia, y otro para descansar.Parra es licenciado en inglés, tiene 22 años y trabaja en un "call center" en Bogotá. Aunque en Colombia apenas en 2023 entrará en vigencia la ley que reduce gradualmente la jornada laboral a 42 horas semanales, él ya ha experimentado la ventaja de "trabajar menos y vivir más". Hoy tiene mejor sueldo que cuando trabajaba seis días a la semana, con solo media hora para el almuerzo y descansos de 15 minutos de tanto en tanto.Varios países latinoamericanos discuten sobre reducir la jornada laboral y algunos como Venezuela por estos días ya celebran la primera década de acortar de 44 a 40 las horas semanales trabajadas. En Chile, algunos diputados proponen bajar de 45 a 39 horas; en México, más que restar tiempo a las 48 horas, buscan trabajar 4 días y descansar 3 y en Argentina, la intención es pasar de 48 a 40 o a 36 horas.El asunto tiene varias complejidades. Una, que enfrenta los intereses de los empleadores y de los empleados. Otra consiste en que se basa en el ejemplo del mercado laboral europeo, cuyas jornadas llevan años siendo cortas pero en condiciones muy diferentes. Y además, desconoce que, como dice el doctor en Ciencias Sociales venezolano Héctor Lucena, "es errático hablar del sistema laboral porque no hay uno, sino varios". En esta idea lo secunda el presidente de la Cámara de la Producción y del Comercio Biobío en Chile, Álvaro Ananías, para quien los economistas suelen hacer cálculos generalistas. Estos, según él, ignoran una realidad del sistema productivo: reducir la jornada tiene efectos fuertes en las empresas altamente intensivas en mano de obra -un porcentaje elevado en los costos de producción-, y débiles en las que no tienen marcado ese componente.Lucena, profesor de la Universidad de Carabobo, con énfasis en relaciones del trabajo, señaló a CONNECTAS que reducir la jornada abre el riesgo de que las empresas pequeñas y medianas, ante la incapacidad de sostenerse, decidan sacrificar a los empleados más frágiles, como los más viejos o los que ganan...

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