Corrupción: valores, voluntad o tentación

Miguel Erroz GaudianoArquitecto, miembro del Instituto Iberoamericano de Derecho ConstitucionalEs común deducir que los gobernantes y los funcionarios actúan de manera corrupta debido a la falta de valores cívicos y morales. Sin embargo, no debe pasarse por alto que un factor adicional es el fracaso de la fuerza de voluntad a la hora de regirse por los valores que ya se tienen. Esta distinción es fundamental y sus remedios, diferentes.Es evidente que, cuanto mayor es la tentación, mayor es el porcentaje de personas que no logran resistirla. Es decir, el oportunismo, el clientelismo y la corrupción no nacen necesariamente de la falta de valores. También pueden indicar la incapacidad para soportar la tentación debido a que la fuerza de voluntad es limitada.Esto refleja que, para evitar la corrupción, no basta con que el ciudadano posea valores morales, lo que a su vez indica que, en ciertas circunstancias, una solución es reducir las tentaciones a un nivel que la fuerza de voluntad típica pueda enfrentar.En general, la debilidad de voluntad no justifica actuar incorrectamente. Sin embargo, existen situaciones inusuales en las cuales se tolera que un individuo flaquee. Por ejemplo, hay clara evidencia de coacción cuando un ladrón armado fuerza a su víctima a participar en un robo. Esto no quita, por otro lado, que lo moralmente perfecto sea negarse y atenerse a las consecuencias. No obstante, bajo tales circunstancias, se perdona y se comprende que la víctima ceda ante tal instigación ("abre la caja fuerte y nada te pasará").Esto demuestra que no se exige la perfección, únicamente se busca cultivar un grado determinado de fuerza de voluntad. Antes de llegar a este nivel, el individuo asume toda la responsabilidad por sus acciones.El grado de fuerza de voluntad deseado en las personas es alto. Sin embargo, el grado que el ciudadano de a pie logra alcanzar es otro; tiene una voluntad limitada, lo que hace que sea vulnerable a un amplio rango de presión.En reconocimiento de la manifiesta debilidad humana, las normas de conducta ética, como las de las religiones establecidas, condenan colocar a las personas en situaciones en las que serán presionadas a hacer el mal. Incluso, es nuestro deber proteger a otros de tal tentación, de manera que lo responsable es, cuando viable, prevenirla.En la práctica, debemos tomar en cuenta que las estructuras de poder dentro de nuestros Gobiernos permiten e incluso promueven que muchos sean sometidos a...

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