En defensa del derecho humano al agua

Hugo Martínez

Recordaba Su Santidad, el papa Francisco, hace poco más de un año en un seminario organizado por la Pontificia Academia de las Ciencias, que el agua está en el comienzo de todas las cosas. Y del derecho que tenemos a ella, señalaba él, se deriva también nuestra obligación de cuidarlo y defenderlo a través de un compromiso político y jurídico.

En ese sentido, decía, "cada Estado está llamado a concretar, también con instrumentos jurídicos, cuanto indicado por las Resoluciones aprobadas por la Asamblea General de las Naciones Unidas desde 2010 sobre el derecho humano al agua potable y al saneamiento. Por otra parte, cada actor no estatal tiene que cumplir sus responsabilidades hacia este derecho".

Estas palabras de Su Santidad, que van más allá de la perspectiva religiosa, evidencian un enfoque de los derechos más fundamentales de la humanidad y apelan además al orden legal internacional, sin duda resultan absolutamente vigentes y atinadas en el contexto de una de las discusiones más importantes que tenemos actualmente en El Salvador: la de la conformación del ente rector de la administración de este vital recurso. Son palabras que, en definitiva, nos llevan a reflexionar sobre el deber que tenemos, como sociedad, de actuar frente a este tema que nos compete a todos y todas.

Precisamente, la Organización de las Naciones Unidas reconoció, el 28 de julio de 2010, el derecho humano al agua y al saneamiento, reafirmando que un agua potable limpia y el saneamiento son esenciales para la realización de todos los derechos humanos y para la reducción de la pobreza. Es por ello que, asimismo, el garantizar su disponibilidad constituye uno de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible para transformar nuestro mundo, y es también uno de los objetivos priorizados en nuestra propia Agenda Nacional de Desarrollo Sostenible.

Así entonces, en el camino hacia su cumplimiento, es bueno reconocer que los diversos sectores de nuestro país pueden aportar a una sana discusión que lleve a la buena gestión del recurso hídrico, y a garantizar que este sea salubre, suficiente, asequible y físicamente accesible para toda la población. Sin embargo, es igualmente justo reconocer que el nivel de las distintas participaciones...

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