Los diputados y la canonización

Rubén I. Zamorarzamoraun@gmail.comRecientemente se ha levantado una crítica en las redes sociales debido a la designación de una delegación de la Asamblea Legislativa a la canonización de Monseñor Romero en el Vaticano, lo curioso es que ninguno de los críticos ha cuestionado la decisión de la Directiva de la A. L. a enviar una delegación al acto, sino que todas las críticas se dirigen a los diputados y diputadas argumentando que si van al evento ellos deben pagar por el costo del viaje y la estadía.No hay duda de que las críticas están motivadas por el loable celo de no permitir derroche con los impuestos que todos pagamos, materia en la cual la Asamblea Legislativa tiene un muy pobre récord, pero, en este caso, están regando fuera del tiesto.Si un funcionario gubernamental realiza una misión en el exterior designado por y en representación del gobierno, está realizando un acto oficial y por tanto, los costos en que incurra deben ser cubiertos por el erario público; eso es así por una doble razón, en primer lugar porque siendo parte de su trabajo como diputado, el funcionario debe ser pagado por el Estado, según lo establece el art. 9 de nuestra Constitución que dice: "Nadie puede ser obligado a realizar trabajos o prestar servicios personales sin justa retribución y sin su pleno consentimiento", por lo tanto sería una inconstitucionalidad el designar a un funcionario a representar al gobierno en un evento y pedirle que pague el viaje y la estadía de su bolsillo.Una segunda razón es que, si el funcionario debe cubrir los gastos de su misión, solo aquellos que tengan una disponibilidad suficiente podrán hacerlo, es decir que atentamos contra el principio de igualdad ante la ley y generamos lo que se conoce como plutocracia; en la historia política este fue el caso del parlamento inglés cuyos diputados no eran remunerados sino hasta ya entrado el siglo XIX, tenían como consecuencia que el parlamento se componía de diputados con dinero y esto claramente atentaba contra su función de representar al pueblo entero. En la historia de la diplomacia sucedió lo mismo, en otros tiempos, pues para ser embajador era necesario ser rico y costearse...

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