El fuego

Por Cristian VillaltaGerente editorial de Grupo LPGEl Salvador parece sufrir de vértigo, todo dándole vueltas, el equilibrio perdido y un permanente asco. Pero de lo que sufre la nación es de amnesia. O de algo peor, algo que se le ha quebrado en el alma como para ya no tener ningún escrúpulo.Se nos ha olvidado un poco de todo: de lo peor de nuestra historia, de lo mejor de nuestra historia, de la convivencia a la que aspirábamos, del sentido de las instituciones. Y nadie escapa a esa epidemia de olvido y de comodidad.Nuestro país no ha sacado nada positivo de las simplificaciones: algunas de las grandes infamias de la historia salvadoreña comenzaron con un grupo de poder reduciendo las reivindicaciones y ansiedades de la población a tontería ¿Redistribución de la tierra? Comunismo. ¿Apertura democrática y elecciones libres? Subversión. ¿Conciencia social de la Iglesia? Herejía. Esa invalidez de conciencia del poder económico y político convirtió el siglo anterior en una fábrica de víctimas, mártires y desaparecidos.Esa crónica de conflicto no resuelto, de violencia a flor de piel y de injusticia repetida tendría que bastar para empujar al concierto de las fuerzas nacionales en un sentido humanista pero, como maldecidos por un signo histórico vemos cómo la esfera de lo político y de lo público sigue usándose para honrar intereses puntuales, faltarle al bien general, mentirle a la población y acomodar la institucionalidad del Estado en función y protección de los beneficios, excesos y delitos de una élite.Así gobernó ARENA, así gobernó el FMLN, así gobiernan ahora GANA y Nuevas Ideas.Desde su casa, los ciudadanos advierten una fogata que rompe la oscuridad; algunos abren la ventana para entretenerse con la danza de las llamas, con la inevitable sensación de calidez del espectáculo. Pero lo que arde son apenas los adornos de los regímenes anteriores, sus papeles viejos, sus ídolos caídos, la mayoría de paja. Pero del orden que ha oprimido a nuestra nación desde hace décadas, del que condena a la marginalidad a miles de jóvenes, del que despilfarra los recursos de todos para el lujo de unos cuantos, del que hace de justicia y seguridad sólo criados...

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