El hombre que amaba a los perros

Jacinta EscudosEscritoraHace poco terminé de leer El hombre que amaba a los perros, novela del escritor cubano Leonardo Padura. Fue publicada en 2009 por Tusquets Editores. Tenía algunos años de tenerla entre mis pendientes, pero no fue hasta hace un par de meses en que, por fin, emprendí la tarea. Quizás me intimidaban las 765 páginas de la edición que tengo.La novela transcurre en tres hilos narrativos, aunque todos giran alrededor del asesinato de Liev Davídovich Bronstein, mejor conocido como León Trotski, uno de los ideólogos y agitadores fundamentales de la Revolución de Octubre. Pese a ello, y a su papel decisivo en la fundación del Ejército Rojo, Trotski tuvo fuertes disputas ideológicas con Vladimir Lenin y luego también con Josef Stalin, contra quien lideró una oposición frontal. Esto hizo caer en desgracia a Trotski dentro de la estructura política soviética. Fue enviado al exilio, mientras su nombre recibía toda suerte de insultos y degradaciones por cuestionar a Stalin y traicionar a la revolución. Finalmente, en marzo de 1939, Stalin da la orden de matar a Trotski, no importando el país donde estuviese.Uno de los hilos de la novela transcurre en Cuba. En primera persona, Iván Maturell Cárdenas, un escritor venido a menos y cuya obra ha sido censurada, sobrevive realizando oficios diversos mientras recuerda y narra sus encuentros y conversaciones con un extraño que pasea a sus perros en una playa que Maturell frecuenta. Otro hilo cuenta la peregrinación del exilio de Trotski, junto con su esposa, Natalia Sedova, desde la Unión Soviética hasta México, pasando por un par de países europeos. El tercer hilo cuenta la historia del comunista español Ramón Mercader, eventualmente conocido por varios nombres más, y en cuyas manos recaerá la tarea de ejecutar la orden de matar al renegado.A pesar de lo intimidante de su volumen, es una novela de lectura ágil, que intercala escenas de alta tensión, con otras de reflexión política y humana. Son memorables varios momentos, como los episodios del entrenamiento recibido por Mercader, convertido entonces en el Soldado 13. Las páginas que narran el compás de espera desde que recibe la orden definitiva del asesinato hasta su ejecución son de lo mejor en tensión narrativa que he leído en mucho tiempo. Imposible parar de leer. La construcción de esa tensión es todavía más asombrosa, si se toma en consideración que quien lee sabe en qué termina el evento histórico real. Sin embargo, Padura lo...

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