Hostilidad virtual

OpiniónGabinete CaligariDesde hace un tiempo, algunas redes sociales se han convertido en espacios que concentran un alto nivel de hostilidad. La violencia verbal, la superioridad moral, la arrogancia, el cinismo, las amenazas, las descalificaciones, los egos inflados y la vulgaridad, se han convertido en su lenguaje cotidiano.Lejos de ser espacios para intercambiar ideas e información, parece ser que las redes sociales se entienden como lugares para ventilar rabias contenidas y todo tipo de bajezas. Veo esto reflejado en Twitter, uno de los pocos espacios que todavía mantengo abierto. Tener una opinión diferente a la propia parece ser el interruptor para que algunos insuficientes mentales reaccionen de manera desmedida, sobre todo cuando se trata de asuntos políticos o ideológicos, donde la agresividad se luce en todo su esplendor.Esto lo sabemos demasiado bien en nuestro país, donde casi cualquier cosa que se postea es detonante para pleitos. Esta situación es particularmente delicada para las mujeres, ya que expresar sus opiniones o criticar algún asunto (sobre todo cuando se trata de política nacional) se convierte en una fuente de amenazas que van desde las golpizas hasta la violación y muertes violentas, que además se extienden a sus hijos y otros miembros de su familia. Cualquiera dirá que "perro que ladra no muerde", pero viviendo en un país con tan altos niveles de criminalidad y donde los asesinatos de mujeres han sido parte del esquema cultural histórico del salvadoreño, este tipo de comentarios no pueden ignorarse. Es preocupante lo gráficas que son muchas de esas amenazas, hechas por turbas cibernéticas que solo necesitan un empujoncito para inundar las secciones de comentarios con su basura y convertir todo en una cloaca apestosa.Este no es un fenómeno estrictamente local. Ocurre en todas partes. Hace poco vi una animación satírica, no sé si inglesa o estadounidense, donde una mujer comentaba que estaba leyendo un libro en papel y se le contestaba con todo tipo de contradicciones posibles (que pobrecitos los árboles, que el libro que leía era una basura, que era una snob por mostrar lo que leía, etc.). Poco a poco los comentarios subían de tono hasta llegar a las (ya casi acostumbradas) amenazas de muerte. Pero el hecho de que sea una conducta común e internacional, no la convierte en justificable.Una alternativa podría ser convertir la red en un espacio privado, aunque es difícil filtrar las solicitudes y saber las...

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