Jung, sueños y perros

Herman DuarteAbogado y escritorLa puerta que me separaba entre el hospedaje y la aventura que esconde la ciudad se encontraba en la calle Mérida 138 de la colonia Condesa. Llevaba conmigo un look tuliminati, decorado con la autobiografía del místico psiquiatra Carl Gustav Jung. Recuerdo que la terminé de leer el 18 de abril de 2021, justo un mes después de haberla iniciado en esas mañanas en las que caminaba sin rumbo (pero con una dirección)... ¿Por qué no la pude leer 10 años antes?Me resulta imposible subrayar y resumir todo lo que comenta en su extensa autobiografía que a la vez condensa miles de páginas que escribió en sus ahora célebres "collected works" y su "Libro Rojo", además de los millones de impresiones que obtuvo, pero puedo destacar algunas cosas que me impactaron:(i) Ayudó a recuperar el balance psíquico a miles (sin importar sea una psicosis, una manía, un síndrome, etcétera) por medio de hacerles tomar consciencia sobre el factor inconsciente que domina tal comportamiento -"Hasta que no hagas consciente el inconsciente, este dirigirá tu vida y lo llamarás destino"-. El impacto de tal evento se logra al efectuar un contraste con la actualidad, en donde ir a un psiquiatra es casi garantía que saldrá medicado con una serie de pastillas que adormecen la psique y entristecen el alma.(ii) Su método de descifrar el subconsciente por medio del lenguaje simbólico y metafórico de los sueños, al punto de llegar a explicar que la vida interior -la vida que llevamos en los sueños- es igual o hasta más importante que nuestra vida consciente. En ese espacio temporal en que nos despedimos cada noche, podemos escuchar, sentir y ver las profundidades del alma que se comunica por medio de esas imágenes chocantes y sin sentido. Fue por medio de un sueño que logró descifrar la existencia de un inconsciente colectivo, el cual vendría a ser como una suerte de océano que se conecta a cada una de nuestras piscinas (nuestro inconsciente personal).A inicios de junio del año 2021, habían pasado menos de 7 días de la muerte de mi perro, el señor Poker, lloraba bastante por su pérdida y uno de esos días grises, sin ganas de mucho, me quedé dormido a las 2 o 3 de la tarde. En el sueño despertaba...

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