Por qué languidece la ONU

Federico Hernández Aguilarfhernandez@camarasal.comToda suerte de comentarios ha generado, dentro y fuera del país, la alocución del presidente Bukele en la Asamblea General de la ONU. Como era de esperarse, sus bravíos seguidores han conformado un huracán de aplausos cibernéticos, mientras que sus críticos han hecho notar que la comparecencia en las Naciones Unidas fue una oportunidad valiosa que no debió desperdiciarse en aleccionar sobre comunicaciones digitales.Mi personal opinión sobre la actuación de nuestro mandatario es menos importante que la acusación de "obsolescencia" que vuelve a caer -por enésima vez- sobre la ONU. Sin embargo, quienes desde hace rato venimos advirtiendo que las atribuciones de ese organismo se han distanciado de los objetivos que llevaron a su creación, y que por tanto es necesario someter a revisión su controversial lista de prioridades, sabemos que nos estamos refiriendo a un problema de fondo, no de forma.Después del clamoroso fracaso de la Sociedad de Naciones, que fue el primer intento para constituir una entidad de alcance global que trabajase en garantizar la paz, y luego del pavoroso saldo de destrucción y muerte de la Segunda Guerra Mundial, los 51 países que fundaron la actual ONU se dijeron "resueltos a preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra, que dos veces durante nuestra vida ha infligido a la Humanidad sufrimientos indecibles" (Preámbulo de la Carta de las Naciones Unidas).Ciertamente no se ha producido una tercera conflagración global que lleve a disolver la ONU, pero su incapacidad para evitar conflictos se ha evidenciado en casi cada uno de los 74 años que cumplirá en este mes de octubre. Y aunque la existencia de un organismo supranacional puede defenderse de mil maneras, lo que apabulla es la inexcusable parsimonia con que los Estados Miembros observan el crecimiento desmedido de su burocracia en detrimento de resultados tangibles, sobre todo en lo que atañe a la preservación de la...