Las lecciones que me dejó mi Goldy

Ana MunguíaElla me ha ayudado a cerrar un ciclo inconcluso de mi infancia.Era 2010, y mi tercera hija tenía 10 años. Como muchos niños, mis tres hijos anhelaban tener un perro. Yo estaba en total desacuerdo. Mi esposo ama los perros y los apoyaba. Yo era la gata brava y la que les había negado ese deseo a mis hijos. Mi última hija no era la primera en traer la idea a la familia. La primera intentó, pero yo gané. El segundo también intentó, pero le dimos una hermanita en vez de perrito. Pero con mi última hija no hubo mayores argumentos. Mi esposo estaba de su lado. Vivíamos en una colonia donde había muchos perros y mi hija conoció a un entrenador de perros. El entrenador vio en mi hija el deseo de tener un perrito y, como no tenía, le dio la oportunidad de que le ayudara en una competencia a pasear a un Golden Retriever. Esta competencia fue el inicio del ablandamiento de mi corazón. No conocía ese mundo de competencias caninas y fue una experiencia muy interesante. En resumen, pronto, una de sus perras tuvo crías. Dio la casualidad que en ese momento yo era parte de una junta directiva de una Cámara de Comercio y la embajadora de ese país deseaba una Golden Retriever y me voluntarié inmediatamente a conseguírsela. ¡Ir a ver esos bebés peludos ablandó mi corazón y me enamoré instantáneamente de ellos! Por primera vez en mi vida adulta deseé en mi corazón, secretamente, también poseer uno en nuestra familia. Me hice la dura, y la que se negaba, pero terminamos comprando uno nosotros también, con la excusa que mi hija de 10 años lo había pedido. La condición era que ella se hiciera cargo de limpiar detrás de ella, siempre. Pasearla y cuidarla.Es la raza más amorosa que existe. Yo crecí con Pastores Alemanes quienes eran fieles cuidanderos y protegedores nuestros en nuestra infancia, tanto de mis hermanos como de los vecinos. Eso es lo que yo conocía, pero el amor incondicional jamás lo había experimentado.De alguna manera, Goldy me enseñó el amor puro. El amor sin resentimiento, el amor totalmente incondicional. La regañaba, y luego buscaba mi amor. La regañaba mi esposo, y luego lo buscaba. Es un amor increíble. Dulce, sin resentimientos, sin venganzas, sin quejas, sin protestas. ¿Dónde podemos encontrar tal amor en un humano? Pienso que como mamá, amo a mis hijos incondicionalmente, pero también he experimentado enojo, resentimientos y decepciones, no solo amor puro. El amor...

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