NINGUNA HISTORIA PUEDE ESCAPAR DE SI MISMA, PESE A QUE LOS HUMANOS ANDAMOS SIEMPRE EN BUSCA DE SALIDAS HACIA LO DESCONOCIDO

HistoriasAquel muchacho que parecía común y corriente guardaba en su interioridad una saga de experiencias mentales que él, sin proponérselo, fue acumulando como si todo aquello fuera a servirle en algún momento. Aunque no lo parecía, era dado a coleccionar misterios, y los misterios propios los tenía siempre en primera fila, sin dar ninguna señal de ello fuera de sí mismo. Y entonces conoció a Mercy, una jovencita espigada y sonriente que había llegado con su familia a vivir muy cerca.No tardó mucho en que la curiosidad se le convirtiera en atracción y la atracción en ansiedad; y fue cosa de un par de días para que ya no resistiera el impulso de acercársele, para preguntarle quién era y a qué se dedicaba. Ella respondió sin más, mirándolo a los ojos:--Me llamo Mercy, soy narradora y sólo me dedico a hacer lo que me gusta.--Pues yo soy Ovidio, soy poeta, estudio arte y tengo un trabajo como adivino.Aquello parecía un plan que estaba por encima de sus voluntades. ¿Quién iba a decirles que el arte, que para casi toda la gente carecía de efectos prácticos en el diario vivir, iba a manifestárseles como un lazo de unión insospechado?Desde ese mismo momento, Mercy y Ovidio emprendieron una relación que tenía todos los visos de ser interminable. El poeta y la narradora compartían a diario sus sensaciones, valorando cada vez más el haberse encontrado.--Casémonos, para hacer vida juntos.--¡Pero si ya estamos casados en el lugar del alma! No expongamos el vínculo.--Les aviso que su tía Leonor se vendrá a vivir un tiempo con nosotros, porque está con muchos problemas desde que se quedó viuda.--Y entonces se va a venir con los escuincles que tiene.--Sí, por supuesto. Y esos que tú llamás escuincles ya son adolecentes.--Ve, pues. Como no los vemos desde hace años. Nosotros pensábamos que a ti la tía Leonor te caía mal.--¡No, niñas! ¿Y de donde han sacado eso, si es mi hermana?--Es que siempre que hablas de ella tuerces la cara, mamá.--Bueno, se acabó esta plática. La tía Leonor llegará mañana con sus hijos, que son primos hermanos de ustedes. Tienen que recibirlos bien. ¿Me lo prometen?Y la verdad fue que desde el primer momento los primos se cayeron bien. Eran tres varones de Leonor y tres hembras de Rosario. Y de inmediato estuvieron en confianza. En un comienzo las hermanas sólo sonrieron, pero en cuanto el vínculo entre los primos pareció ir hacia otros rumbos, las madres se pusieron expectantes.--Yo no voy a hacer nada para evitarlo -dijo...

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