No hay que cesar ni un solo instante en el empeño de hacer que el país se vuelva vivible y convivible en todo sentido

David Escobar Galindodegalindo@laprensagrafica.comSi algo tiene a la sociedad salvadoreña en un vilo constante, con la abrumadora convicción de que no hay salidas accesibles del opresivo estado de cosas en el que estamos inmersos, es el predominio de la inseguridad en todos los órdenes de la vida nacional. Y como siempre que se trata de fenómenos en los que se mezclan las amenazas reales, las sensaciones incontroladas y las ansiedades desquiciantes, estamos ante una realidad multifacética, que se va manifestando de las más variadas maneras; y eso lleva inevitablemente hacia una impresión dual: el vacío y la sobrecarga. El propósito evolutivo básico debe ser, entonces, crear en los hechos de la vida real un equilibrio verdaderamente sustentante e inspirador que nos permita manejarnos de manera constructiva en el presente y movernos en forma visionaria hacia el futuro. Ese equilibrio tiene que surgir de la voluntad bien dispuesta y del propósito bien estructurado.En El Salvador lo que se más ha imperado a lo largo del tiempo ha sido la falta de condiciones para asegurar que el ambiente en general sea realmente vivible y que de ahí pueda derivarse un clima de convivencia que aliente de manera constructiva y proyectiva el vivir en común. Dicha falta genera, como es natural que ocurra, un clima de inestabilidad y de inseguridad que lo va contaminando y trastornando todo. Y los hechos comprueban lo anterior con elocuente testimonio, tal como podemos advertirlo en los datos de vida cotidianos de todos y de cada uno de nosotros, los salvadoreños que compartimos el tránsito histórico que corresponde a este preciso momento. A partir de todas estas consideraciones tendríamos que ir articulando un modelo de coexistencia sustentado en realidades y en valores.Mañana será Domingo de Resurrección, y la vibración simbólica de tal recordatorio parece venirnos en la coyuntura más propicia para hacer revaluaciones y replanteamientos de vida en todos los órdenes. Aunque pudiera parecer una simple figura literaria, lo que en verdad necesitamos es plantearnos los resurgimientos motivadores en prácticamente todas las áreas del vivir y del convivir. Sería una forma de resurrección habilitante de las más profundas esencias de nuestro ser personal y colectivo, para, a partir de ahí, ir redefiniendo y reubicando todas las piezas del mosaico nacional en...

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