Oposición asexual

José Afanejafane@me.comEl sentimiento colectivo sobre la oposición política es, como dice el vox populi, "chiche de hombre": así como está, no sirve para nada; y esto representa un enorme riesgo para el orden democrático de nuestra República.Sin oposición con garra, no hay quien le ponga límites al gobierno, otorgándole cheque en blanco para la concentración del poder. Se complica aún más el panorama, cuando la Empresa Privada jala agua para su propio molino y, copy paste de lo sucedido en Nicaragua, se va adaptando a los caprichos del gobierno.En nuestro caso es comprensible ya que, después de dos nefastos gobiernos del FMLN, la empresa privada da gracias a Dios al fin poder sentarse a hablar con el nuevo gobierno. ¡Atención! Cuidado los hipnotizan que después lo lamentarán.Los partidos, de la oposición, que brilla por su ausencia, después de varios años de desgaste, se han llenado de políticos acomodados con su modus vivendi, y contaminados por sus negocios poco transparentes, el cáncer de la corrupción, licitaciones con amaño, maletines negros, etcétera. Quedó clarísimo en las elecciones anteriores, que el pueblo no los quiere ver ni en pintura. En su intento por resucitar, algunos pretenden renovarse colocando nuevos rostros, pero nadie se la traga.Renovación no es lo mismo que transformación. Cambiar caras es fácil, pero cambiar la forma de hacer las cosas no es chiche, sobre todo cuando están acomodados y acostumbrados a cobrar sin realmente trabajar.¿Cómo arreglar este relajo? El Estado tiene que transparentarse más; debe arreglar la forma de gobernar. Que no sea el dinero el que se ponga por delante, sino el bien común. La oposición se debe transformar. Hasta ahora, nadie de la oposición ha insistido en "probidad" para declaración de bienes. Nadie se ha tomado la molestia en definir el gasto público. Ambos, Estado y oposición, se deben centrar en las políticas públicas con coherencia, medir...