Del peluche... al celular

P. Fernando Gioia, EPHeraldos del EvangelioCuando escuchamos la frase de Nuestro Señor Jesucristo: "dejad que los niños se acerquen a Mí", vemos expresado el singular amor a ellos durante su vida mortal. Fue por eso que el Papa San Pío X, el 8 de agosto de 1910, estableció, por el Decreto "Quam Singulari", que se pudiera admitir en la Primera Comunión desde los siete años.El evangelista San Marcos (10, 13-14) transmite la complacencia de Jesús para con las madres, que acercaban a sus niños para que les impusiera las manos, los bendiga, los abrace. Pero sus discípulos, contaminados con la mentalidad ambiental de la época, los apartaban. Ante eso Jesús, "se enfadó", corrigiendo la errada actitud con graves palabras: "no se lo impidáis, pues de los que son como ellos es el reino de Dios".Esa inocencia de los niños la vemos aún hoy en el convivio con ellos: su alegría e imaginación, su felicidad de vida que, desgraciadamente, este mundo moderno decadente viene aplastando lo maravilloso que asombra.Abriendo los ojos, camino al uso de razón, los niños se enfrentan con una u otra cosa que los dejan absortos, y van acrecentando a los objetos algo que no tienen. Se introducen, admirados, en un mundo de maravillas que, lamentablemente, va dejando de existir. Sea una jirafa con su alto cuello, un colibrí en su elegante y ágil vuelo, una simple hormiga cargando una hojita, varias veces mayor que ella, o una mariposa de especiales colores; solo el niño -en los días paganizados que vivimos- desarrolla su asombro, no viendo apenas lo concreto-concreto.Es que los niños tienen una capacidad imaginativa frente a un entretenimiento. En su plasticidad mental, por ejemplo, cuando juegan con un peluche, se transforma en un juego simbólico, hasta lo hacen su amigo. Si representa algún animalito, un osito digamos, lo cuida, le da comer, habla y juega con él. Este accionar infantil hace que desarrollen sus habilidades, entre ellas, su expresión, pues, al hablarles en voz alta, se escuchan a sí mismos perfeccionando su lenguaje y el habla, pasan de entender las palabras a decirlas, además de relajarlos y regular su estado emocional. Sin dejar de considerar el desarrollo de su creatividad y otras cosas más.En su etapa de bebés, en que la figura de la madre marca presencia con el alimento, la protección, hasta el calor de su cuerpo, los peluches constituyen una forma de placer y seguridad, hasta los ayudan a dormir solitos.Generalmente, comienzan a buscar esos objetos de apego...

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