Pensamientos sobre arquitectura y arte

• Fecha de publicación: 06 Abril 2024

José A. Retana
Colaborador de LA PRENSA GRÁFICA
Hablar de arquitectura y arte es inmiscuirse entre dos mundos creativos que registran de forma independiente momentos significativos de la historia y desarrollo de un país.
En este duplo creativo, la administración de espacios hace que la arquitectura se vea más allá del arte plástico que, a pesar de poseer una independencia inalcanzable por la arquitectura, reduce el producto artístico a una experiencia contemplativa.
Arquitectura y arte poseen diferencias significativas en enfoque y propósito; sin embargo, comparten intereses comunes en función de la expresión estética y creativa; producto de esto, la concepción del diseño arquitectónico moderno recibe la influencia directa del arte, sin que esto implique un alejamiento con el arte como tal.
En este cotejo de creatividad al servicio de la humanidad, hay mucho que hablar... Público, privado, industrial, restaurativo o religioso, el origen de un nuevo proyecto se realizará bajo políticas muy particulares con diferencias significativas en su relación con el arte.
La arquitectura generada desde el Estado agrega a la necesidad propia de espacio y funcionalidad representar el poder político en la monumentalidad y la ostentación, incorporando el arte como elemento de refuerzo.
En la arquitectura privada, el universo es más amplio al igual que la oportunidad de libertades creativas; aquí, la integración del arte responde a una expresión de estatus. La concepción de experimentar y arriesgarse a la innovación trasciende los paradigmas y limitantes convencionales, permitiendo la integración de la producción artística desde un inicio o integrada a posteriori, consintiendo un realce recíproco.
La demanda de arquitectura es más amplia, la religiosa, basada en la expresión de la fe y lo sagrado, en donde el arte es incondicional fortaleciendo la identidad y herencia cultural. La arquitectura de restauración histórica y renovación de espacios degradados, así como la industrial, se alejan del concepto de integración del arte por depender de objetivos rígidos enfocados en la recuperación o la rentabilidad.
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