El perdón vs. la venganza

P. Fernando Gioia, EP

padrefernandogioia@heraldos.info

Nos encontramos en medio de una crisis que "hunde sus raíces en el corazón humano" (Gadium et spes, 10), que "redunda también en la vida religiosa" (Ídem, 4). Y por ser profundamente religiosa, es inevitablemente una crisis moral. Ante eso se debaten padres de familia, educadores, legisladores de todo el mundo, en disponer de un manual de normas morales prácticas, que recomienden la virtud y desaprueben los vicios. Ocurre que, en la "dictadura de relativismo" que vivimos, según sabias palabras de Benedicto XVI, se hace difícil la distinción entre el bien y el mal. Es por eso indispensable una auténtica y efectiva formación moral. No podemos abocarnos solo a una formación académica excelente y olvidar lo otro. Esta de poco valdría si no estuviese acompañada, y destacadamente, en un adiestramiento de la voluntad y del corazón orientándolos a una vida conforme a la Ley de Dios.

Quiero, al comenzar 2018, sobresaltar aspectos que nos podrán ayudar para enfrentar las situaciones que nos ha tocado pasar en el año que acaba de terminar. Hemos vivido -o tomado conocimiento a través de las noticias- las graves consecuencias en la vida social, y también en la familiar, de los nefastos efectos de la ira y de la venganza, resultantes de rencores, rencillas, desencuentros.

Caminamos para atrás en el tiempo por más que consideremos estar en la "pos-modernidad". Nos encontramos nuevamente en el "ojo por ojo, diente por diente" de la ley del Talión; sistema de vida anterior a la llegada de Nuestro Señor Jesucristo. El odio, la venganza, el no perdonar, el no pedir perdón, marcaban estas "civilizaciones". Los criminales eran castigados por este sistema taliter, es decir: a tal crimen, tal pena. Sin embargo, habitualmente, la represalia era con daños mayores que los recibidos. Esta ley, ante la vida de barbarie de esos momentos, establecía un equilibrio recíproco en los castigos. Pero faltaba el perdonar; actitud que en esos tiempos era considerada como una debilidad.

San Agustín afirmaba, al fin de su vida, que había encontrado en el libro el Eclesiástico, "más recursos para la vida espiritual que en ningún otro libro del Antiguo Testamento". Lo podríamos considerar de instrucción espiritual ya que "en su mayoría presenta un conjunto de normas morales sumamente útiles y provechosas que comprenden todas las virtudes y hace referencia a todas las circunstancias y a las más diversas clases sociales, por lo...

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