El periférico y las cuatro preguntas

José Afanejafane@me.comEn el siglo IX, Mr. Smith, un pequeño agricultor que vivía en el norte del estado de Nueva York, cargaba su caballo, Tobías, con 250 libras de manzanas para emprender un viaje campo traviesa hacia el mercado. En 1825, respiró con alivio, pues el camino tortuoso no fue más, gracias a la inauguración de un puente sobre el canal Erie.El puente estimuló su negocio, a tal grado, que pudo invertir en un remolque y, siempre jalado por Tobías, lograba transportar 2,000 libras de manzanas. La demanda por la fruta de Adán y Eva fue tal, que procedió a comprar más tierra, un segundo caballo (Jedediah), y a sembrar más árboles. Muy pronto, Tobías y Jedediah jalaban 30 toneladas de manzanas a la semana, suficiente para surtir las ciudades de Nueva York y Buffalo. El progreso no terminó ahí. Un par de años más tarde, con la inauguración de otro puente sobre el lago Erie, las manzanas de Mr. Smith conquistaron el estado de Michigan.Hagámonos una pregunta: ¿Cuánto progreso nos traería un periférico en San Salvador? ¡Sería un sueño hecho realidad! Atravesar la capital con fluidez, sin las malditas trabazones y múltiples semáforos de la actual pesadilla. Gastaríamos menos gasolina, nuestros vehículos sufrirían menos -nuestros nervios también-, contaminaríamos menos el aire que respiramos, y tanto nosotros como nuestra mercadería llegaría más rápido a su destino.Otra pregunta: ¿Y qué espera Don Gobierno para meterle el diente a esta obra? El proyecto lleva años engavetado; la corrupción desvió su atención, pero no podemos seguir esperando.Tercera pregunta: ¿Y con qué pisto? Don gobierno está endeudado hasta el copete, su presupuesto se queda corto. Con razón proyectos como el periférico han quedado en la zaga. Es tiempo de buscar soluciones, y lo que nos conviene es echarlo a andar por medio de un asocio público-privado (APP).Por medio de una APP, la obra se...