Siguiente paso: Generación masiva de empleos

Fecha de publicación22 Marzo 2024
Óscar Godoy
Politólogo
El Salvador se disfuncionó desde hace varias décadas, sin tener un respiro para una vida normal. Doce años de guerra civil más treinta años de delincuencia de maras configuraron un escenario inhóspito para desarrollar políticas públicas que estabilizaran el país y promovieran la vida buena para la gente, más que todo en el ámbito económico, en el que se provocó una pérdida constante de empleos y un deterioro de la capacidad adquisitiva de las familias.
En diferentes estudios de ese período, el principal problema de la población siempre fue la inseguridad y la vigencia de un macabro entorno de violencia y muerte, pero en segundo y tercer lugar la población resentía la falta de empleo y la crisis económica, con su consecuencia en la reducción de ingresos para mantener la economía familiar.
El saldo de este contexto fue el crecimiento del subempleo y la expansión del comercio informal, dos formas débiles de estar involucrados en el ámbito laboral y en la dinámica del mercado, pero que más bien ha sido la expresión de una economía excluyente para las mayorías, un fenómeno estructural suficiente para incrementar la precariedad de grandes segmentos de población y el deterioro progresivo de la llamada "clase media".
Pero este escenario no solo es causa y consecuencia de la guerra y la delincuencia de pandillas, también resultó de la ineptitud y corrupción cínica de diferentes grupos políticos que, por medio de su acceso al gobierno, dejaron "huérfanos de Estado" (y en más pobreza) a grandes conglomerados de ciudadanos.
Sin embargo, pese a la falta de empleo, a las debilidades de la economía y la insuficiencia de sus ingresos, la población fue capaz de generar recursos y pagar impuestos, pero esto solo alimentó la voracidad de políticos que utilizaron el Estado como una caja repleta de efectivo para el robo de millones de dólares; como agravante la población también ha sido capaz de producir riqueza, pero para pagar extorsiones, diezmos y sobreprecios de bienes y servicios (casi un 30 % de sus ingresos).
Ahora el escenario ha cambiado, se ha erradicado el problema más perturbador de la sociedad (la delincuencia de maras), se está exponiendo la corrupción y la mala praxis de los gobiernos anteriores, pero aún falta llevar el bisturí hacia sectores que, desde la cobertura del mercado, sangran a la gente por medio de intereses abusivos, multas extremas, comisiones y otros cargos escondidos que mantienen en zozobra a los "eternos endeudados". Igual...

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