Suspendidos de un hilo

Federico Hernández AguilarEscritor y columnista de LA PRENSA GRÁFICA¿Qué es la justicia? Dicho en los términos más sencillos, es dar a cada quien lo que se merece. De ahí que la independencia del sistema judicial sea condición indispensable para hablar de libertad y democracia, porque cuando los méritos para ser procesado o condenado son susceptibles de manipulación política o sectaria, la justicia no depende ya de la verdad comprobable sino de los intereses o mezquindades del poder de turno.A los regímenes despóticos les interesa controlar el órgano judicial para mantener a raya a críticos y opositores. Los ciudadanos pensantes, cuya actitud valiente y criterio independiente sobresalen del montón, siempre están en la mira nerviosa de los gobiernos autoritarios. Así ha sido desde los tiempos de las monarquías autocráticas, cuando los soberanos encarnaban el poder divino y decidían la vida y la muerte, la honra y la deshonra, la prosperidad y la ruina de cada uno de sus súbditos.Hay quienes quisieran que la historia humana regresara a aquella época de reyes y emperadores. Les encantaría que las reglas democráticas no se hubieran inventado todavía y que los pueblos siguieran obedeciendo ciegamente a las autoridades constituidas como si se tratara de semidioses inmunes al error. Pero no. Cuando los ciudadanos han saboreado la libertad y entienden sobre qué pilares se sostiene la democracia, la eternización en el poder es cada vez más difícil para los aspirantes a dictadores.En el caso de la manipulación de la justicia, la cuerda se rompe cuando el poderoso la estira demasiado. El vil despojo de los derechos a un juicio justo, a ser demostrada fehacientemente la culpabilidad, a conservar las garantías básicas de un proceso independiente, forma parte del bestial entramado de los sistemas jurídicos...