Para tener una vida realmente sana y satisfactoria no hay que dejar que se apoderen de nosotros ni los 'des...' ni las 'des...' en ninguna de sus formas

David Escobar GalindoColumnista de LA PRENSA GRÁFICAHablo de seis términos muy comunes en el desenvolvimiento de nuestro vivir cotidiano; y aunque tenemos una noción bastante precisa de lo que cada uno de ellos significa, voy a acudir al Diccionario de la Real Academia Española para precisar. DESAMOR: "Falta del sentimiento y afecto que inspiran por lo general ciertas cosas". DESENCANTO: "Decepción...". DESATINO: "Falta de tino, tiento o acierto. Locura, despropósito o error". DESCONFIANZA: "Falta de confianza". DESILUSIÓN: "Acción y efecto de desilusionar o desilusionarse". DESAZÓN: "Disgusto, pesadumbre, inquietud interior". Son algunas de esas sensaciones más comunes, que si se vuelven actitudes arraigadas son capaces de marcar no sólo nuestros procederes sino también nuestra existencia en su conjunto. Tenemos que reflexionar a fondo sobre ello, a fin de sanear todas nuestras acciones y reacciones.Las condiciones que imperan en el mundo de nuestros días son más proclives que nunca a los desajustes emocionales y a los desvíos conductuales, y eso determina que ya no podamos desentendernos en ningún sentido de lo que pasa tanto dentro de nosotros como fuera de nosotros. Y como estamos convencidos de que todo ello se encuentra inserto en nuestro destino individual y colectivo, limpiar la mente y el alma de lastres y de trastornos es una tarea que en ningún sentido puede esperar. Así lo vemos y así lo sentimos, afortunadamente; pero esta no es una percepción general, y menos aún en estos tiempos en que la sensación generalizada es de que cualquier cosa se puede hacer y cualquier cosa puede pasar en el quehacer cotidiano. Esto implica que todo pende de un hilo, comenzando por nuestra suerte.Con las trastornos que proliferan en el escenario global, las cosas van derivando de modo incontrolable hacia una especie de caos existencial generalizado. Pero también hay que subrayar, y de modo que no deje duda, el surgimiento de impulsos defensivos y reconstructivos desde el fondo de la conciencia humana, que también se globaliza. Es cierto que la violencia ciudadana circula hoy por el mundo en forma multitudinaria, como lo vemos aun en países donde nadie imaginaba que podía darse, como es el caso de los países más poderosos del mundo; pero también es cierto que en el antiguo "mundo subdesarrollado" las señales de madurez sorprendente se hacen sentir. Tal es lo que pasa en muchos sentidos en El Salvador.El fortalecimiento de la identidad y de la...

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