Trukulenta política populista

José AfaneColumnista de LA PRENSA GRÁFICAEn 1562 John Hawkins zarpó de Londres hacia África a negociar 600 esclavos -500 a cambio de telas y navajas, y 100 de ribete-. La demanda por mano de obra en Inglaterra y Estados Unidos era tal, que Hawkins emprendió el viaje con frecuencia, y fue nombrado "caballero" por la reina, por su contribución al desarrollo económico.Para las madres africanas Hawkins era secuestrador, no caballero, y alzaban su voz indefensa: "se llevaron a mis hijos", "todos mis amigos fueron raptados". Cuando el rey Alfonso reclamó a los ingleses, estos le contestaron: "Querido Alfonso: No seáis tonto, el tráfico de esclavos es tan buen negocio, que es imposible pararlo". Se habla de 100 millones de negros comercializados en América y en Europa.200 años antes de la revolución industrial europea, los esclavos eran importados para cosechar caña de azúcar, algodón, tabaco y café. Los siglos pasaron, y a pesar de que la esclavitud se abolió, la avaricia del poder sigue latente.Cuando la población reclama, los políticos populistas responden con sus acciones: "No seáis tontos; estar en el gobierno es tan buen negocio, que es imposible pararlo". Y siguen los pasos de Hugo y Daniel para enquistarse y seguir saboreando las mieles del poder.Primer paso, controlar a los jueces: un señor, ladrón y comerciante se convirtió en máximo juez, no por su capacidad, sino por la amistad con Trukele. Gracias a los fallos favorables para su amigo, se hizo...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR