Urgencias

OPINIÓN (Desde acá)De cuentos y cuentasImagínese que enorme responsabilidad: tomar las riendas de un país, ser en buena parte el responsable de la definición de políticas que afectarán la vida de casi 10 millones de personas -porque además de los 6 millones de aquí dentro, están 3 millones allá afuera-.En un escenario ideal, la transición de una administración a otra en el Ejecutivo sería un proceso ordenado, meticuloso y sistemático. Cada cartera tendría que haber preparado, desde mucho antes de las elecciones, un informe con el estado de las cosas. Este informe debería incluir detalles sobre el funcionamiento de cada ministerio o institución, desde su organigrama hasta la planilla, así como el estatus de ejecución de los proyectos, su programación de desembolsos y, finalmente, las recomendaciones, debidamente justificadas, de todo aquello a lo que se le debería de dar seguimiento.En otros países esta es una costumbre que, sin estar plasmada en ninguna ley, se cumple con rigurosidad. Al final, se trata de hacerle un bien al mismo país: una transición ordenada y un traspaso de mando transparente y con suficiente información para quienes asumen hace que se reduzca el tiempo y el costo de la curva de aprendizaje.Dejarle la mesa desordenada al que viene no beneficia a nadie. Talvez, y solo talvez, a quienes tengan algo que ocultar. Por lo demás, que los que lleguen a ocupar los cargos deban empezar de cero implica una inversión de tiempo y recursos que podrían destinarse a cosas más importantes.En El Salvador, el 1.º de junio próximo el presidente electo y su Gabinete asumen un país por demás complicado: altos niveles de delincuencia, una tasa de homicidios que ha aumentado en el último mes, una economía con un crecimiento muy débil -2 % anual, cuando lo deseable para mejorar las condiciones de desarrollo humano de la población debería de ser al menos el tripe de esto-, corrupción en todos los niveles del Estado, hospitales sin medicamentos, escuelas desmanteladas y asediadas por pandillas y la lista podría continuar y continuar...Y, bajo todo esto, un problema transversal que complica y limita...

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