Ven, Espíritu Santo

Rutilio SilvestriColumnista de LA PRENSA GRÁFICADentro de unos días celebraremos la fiesta de Pentecostés: cuando el Espíritu Santo descendió sobre la Virgen y los Apóstoles.Sabemos que el mundo tiene necesidad de hombres y mujeres llenos de Espíritu Santo que luchen contra el pecado y la corrupción.El mundo tiene necesidad del valor, de la esperanza, de la fe y de la perseverancia de los discípulos de Cristo. El mundo necesita los "frutos del Espíritu Santo" que son "amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, lealtad, modestia, dominio de sí".Por ello, los dones del Espíritu Santo han sido dados en abundancia a cada uno de nosotros: para que podamos vivir con fe genuina y caridad operante.De tal forma que, reforzados por el Espíritu Santo y por sus dones, lleguemos a ser capaces de luchar, sin concesión alguna, contra el pecado y la corrupción. Y dedicarnos con paciente perseverancia a las obras de la justicia y de la paz.A los Apóstoles, incapaces de soportar el escándalo de la pasión de su Maestro, el Espíritu les dará una nueva clave para introducirles en la verdad y en la belleza de la salvación. Y ya no se avergonzarán de ser discípulos de Cristo.El Evangelio dice que en la mañana de Pentecostés, la efusión se produce como un viento que se abate impetuoso sobre la casa e irrumpe en las mentes y en los corazones de los Apóstoles. Y, en consecuencia, reciben una energía tal que los empuja a anunciar en diversos idiomas el evento de la resurrección de Cristo.Hoy de modo especial, el Espíritu Santo actúa, en las personas y en las comunidades que están colmadas de Él...

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