LA VIDA DE CADA UNO DE NOSOTROS ES UNA COLECCIÓN DE JUEGOS DE AZAR QUE NUNCA DEJA DE CRECER Y DE MULTIPLICARSE SIN DESCANSO ALGUNO

Historias--No dormiste bien, ¿verdad? Oí que respirabas fuerte y que te movías casi con angustia.¡Sí, por fin el mar junto a mí, invitándome a sentarme sobre su arena para así respirar con plena naturalidad el aire que es su mejor aliado! Hacía mucho que anhelaba un momento como éste, y ahora me había llegado con la sedosa espontaneidad de lo natural por naturaleza. Me incorporo, abriendo los ojos, y en ese mismo instante se hace a mi alrededor una claridad que es el más vivo anuncio de que la tarde está por iniciar su despedida cotidiana. Eso basta para que el ansia de vagar por la playa solitaria se me haga presente.Bajo, entonces, desde mi balcón favorito en el hotel en que me alojo cada vez que el anhelo de estar a la orilla del mar me saca de la ciudad en que vivo y me empuja hasta la vecindad de la arena viva que puedo acariciar en éxtasis inocultable. Y sin ninguna explicación posible, la tarde parece estar viviendo de repente la invasión de su propio destino, y sólo unos cuantos pasos después ya el mar ha desaparecido de mi vista y tengo la súbita impresión que se va para siempre. Me arrodillo a llorar sin consuelo. ¿Qué está pasando? Las lágrimas resbalan desde los párpados hacia la boca; y al llegar a ella, el sabor de la sal sin duda va colándose hasta los rincones más escondidos del ser. ¿Es la sal del mar o la sal del alma?Eso no se va a aclarar nunca, y, en sigiloso contraste, es lo más gratificante de todo. Así por fin vuelvo a mi cuarto y me duermo; y al día siguiente el mar sigue ahí, con su sal hermanada con la mía.-Perdone, joven, ¿busca algo o a alguien en este lugar?-¿Se dirige a mí? Yo sólo voy de paso. Pero hoy que usted me lo pregunta me nace la duda al respecto. Pues sí, estoy buscando a alguien. ¿Lo conoce?-Pero cómo voy a saberlo -respondió el otro, ya con tono impaciente- si usted no me da indicios de quién puede ser. Aclárelo, por favor.Se quedaron ambos por unos segundos en silencio, y por fin el recién llegado se propuso buscar alguna explicación que también a él lo iluminara.-¿No será usted esa persona a la que busco?-Ah, pues si es así lo mejor es que nos vayamos a departir por algunos instantes a cualquier lugar donde puedan servirnos algo.Y eso fue lo que hicieron. Ya ahí, sentados en una mesa esquinera, empezaron a intercambiar vivencias muy personales, sin que en verdad supieran por qué lo hacían; y en ese ejercicio improvisado se fue mostrando un conjunto de de detalles que no podían corresponder a...

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